jueves, 18 de junio de 2009

La leyenda de Marx o "Engels el fundador" (Maximilien Rubel)




La leyenda de Marx o "Engels el fundador"


Maximilien Rubel

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Nota del autor

En mayo de 1970, con ocasión del 150 aniversario del nacimiento de Friedrich Engels, el pueblo de Wuppertal organizó una conferencia científica internacional. Se reunieron en ella 50 especialistas de más de diez países europeos, así como de Israel y Estados Unidos. Se entregaron a la tarea de valorar la investigación moderna del personaje que, junto con su amigo Karl Marx, es considerado uno de los fundadores del “Marxismo”. Invitado a participar en esta conferencia, traté de remitir como texto para la discusión una serie de tesis críticas centradas en la responsabilidad de Engels para la fundamentación de la ideología dominante del siglo XX, el ‘Marxismo’. Me pareció normal y urgente compartir mis reservas críticas, en el contexto de una reunión más “científica” que conmemorativa, ante un público informado de los problemas de la evolución de las ideas en relación con los sucesos y movimientos insurgentes que han marcado al siglo XX. Por tanto, presenté a los organizadores un documento de ocho puntos, escrito en alemán, que había titulado “Gesichtspunkte sum thema ‘Engels als Begründer’”.

Para mi sorpresa, a mi llegada a Wuppertal, fui recibido por los funcionarios organizadores de la conferencia, quienes me informaron que se encontraban en un predicamento: mis colegas soviéticos y de Alemania Oriental, que se habían sentido ofendidos personalmente al leer mis “Puntos de vista”, estaban amenazando con abandonar la conferencia ¡si mi contribución no era retirada del debate! Después de laboriosas negociaciones llegamos a un acuerdo sobre una fórmula que al parecer calmaría la irritación de estos representantes “científicos” de los países “socialistas”: los textos no serían leídos desde la plataforma, sino meramente comentados y discutidos. Sería tentador referir los detalles del debate si las objeciones hubieran ameritado el calificativo de “científicas”, y si el comportamiento de ciertos participantes no se hubiera traducido en una negativa clara a entrar en una discusión que amenazaba con poner en tela de juicio el alcance de las posiciones del “marxismo-leninismo”. Al mismo tiempo, esta negativa obstinada si no insultante, fue suficiente para confirmar a los ojos del observador imparcial la crítica fundamental que puede hacerse de este concepto de “Marxismo”, el uso erróneo del cual era precisamente lo que denunciaba en mis “Puntos de vista”.

El epílogo de esta conferencia fue hacer destacar la sólida fundamentación de una crítica que, en la forma de una simple reflexión semántica, de hecho representaba una defensa de la teoría social de Marx en oposición a la mitología marxista. Como se desenvolvieron las cosas, los organizadores no tuvieron miedo de evitar las reglas elementales de la política editorial respetada generalmente en las democracias “burguesas”: el texto (remitido a solicitud de los funcionarios) no fue incluido en el volumen de las contribuciones coleccionadas que fueron remitidas antes de la conferencia.

Presentamos aquí una traducción del texto rechazado por la conferencia de Wuppertal, con algunos comentarios aclaratorios.


Puntos de vista sobre el tema de “Engels el Fundador”

Para el triunfo final de las ideas expuestas en el Manifiesto, Marx confió solamente en el desarrollo intelectual de la clase obrera, como necesariamente tenía que acontecer de la acción y la discusión unidas.

F. Engels, Prefacio a la edición alemana, de 1890, del Manifiesto comunista


I

El marxismo no entró al mundo como producto auténtico de la manera de pensar de Karl Marx, sino que fue concebido en la mente de Friedrich Engels. En la medida en que el término ‘marxismo’ encubre un concepto racional, no es Marx sino Engels quien lleva la responsabilidad, y si hoy el argumento de Marx retiene la prioridad, está relacionado principalmente con problemas para los cuales Engels no encontró más que una solución parcial, o de los cuales no se ocupó. Por tanto, si es que se pueden resolver estos problemas, sólo podrá hacerse con la ayuda del propio Marx. Esto no significa de ningún modo que deba excluirse a Engels de la discusión, sino que es legítimo poner en tela de juicio la medida en que él debe tomarse en cuenta en cualesquiera tratos con los escritos de Marx que escaparon a su atención. En términos más generales la interrogante puede formularse así: ¿cuáles son los límites de la competencia de Engels en su papel como el incuestionable ejecutor del legado intelectual de Marx, al cual seguimos recurriendo para dilucidar los problemas materiales y éticos de nuestro tiempo?


II

Esta interrogación debe examinar un problema central: el de la relación intelectual entre Marx y Engels, “fundadores” de una colección de conceptos ideológicos y políticos agrupados artificialmente bajo el nombre de ‘marxismo’. El hecho de que deba hacerse esta pregunta revela un fenómeno característico de nuestra época, que podría llamarse ahora “el mito del siglo XX”. Debiéramos recordar que los “fundadores” evocaron en ocasiones la interpretación mitológica para poner de relieve el carácter peculiar de su amistad y colaboración intelectual. Marx no lo hacía con ironía cuando invocaba el ejemplo de los “Dioscuros” o el de Orestes y Pílades, mientras Engels se mofaba del rumor según el cual “Ahriman-Marx” había guiado al descarriado “Ormuzd-Engels”. Hay igualmente una tendencia opuesta, con esfuerzos cada vez más crecientes de oponer Marx a Engels: el primero sería el ‘verdadero’ fundador, y el segundo quedaría reducido al rango de mero ‘pseudo-dialéctico’.


III

Cualquier investigación en la relación entre Marx y Engels está destinada de antemano a fracasar si no se empieza por hacer a un lado la leyenda de la ‘fundación’ y no se toma como punto de partida metodológico la aporía del concepto de Marxismo. Se le acredita a Karl Korsch, que hace veinte años, en el umbral de una revisión radical de sus posiciones intelectuales, el haber intentado realizar una crítica del marxismo que equivalía a una declaración de guerra. Sin embargo, Korsch sencillamente no se atrevió a cometer el acto de eliminar el concepto de Marxismo y sus residuos mitológicos. Lejos de eso, trató de remontar esta dificultad usando artificios lingüísticos destinados a conservar y salvar los “elementos importantes de la doctrina Marxista” con miras a la “reconstrucción de una teoría y una práctica revolucionarias”. En sus “Ten Theses on Marxism Today” (“Diez tesis sobre el marxismo actual”) Korsch pasa indiscriminadamente de hablar de la “enseñanza de Marx y de Engels” a la “doctrina Marxista”, o a la “doctrina de Marx”, o al “Marxismo”, y así sucesivamente6. En la quinta tesis, relativa al asunto de los precursores, fundadores y continuadores del movimiento socialista, Korsch llega incluso a omitir el nombre de Engel, ¡el alter ego de Marx! Sin embargo, no andaba lejos de la verdad cuando escribió:

“Hoy, todos los intentos por re-establecer la doctrina Marxista en su conjunto y en su función original de teoría de la revolución social de las clases trabajadoras son utopías reaccionarias”.

Korsch bien pudo haber hablado, y con más exactitud, de las “absurdas mitologías” en lugar de “utopías reaccionarias”.


IV

En vista de la imposibilidad de definir racionalmente el significado del concepto de Marxismo, parece lógico abandonar la palabra misma, no importa cuán común y universalmente sea empleada. Este término, degradado hasta el punto de ser una consigna mistificadora, llevó desde su nacimiento el estigma del oscurantismo. Marx se esforzó por deshacer esto cuando, en los últimos años de su vida, su reputación había roto el muro de silencio erigido en torno de su obra, y efectuó esta declaración categórica: “ce qu’il y a de certain c’est que moi, je ne suis pas Marxiste” (“lo cierto es que yo no soy marxista”). Por revelador que sea, el hecho de que Engels haya legado esta advertencia a la posteridad no lo releva de la responsabilidad de haber caído en la tentación de prestar el sello de su autoridad a este término injustificable. Bajo la carga de ser el guardián y el perpetuador de una teoría, en cuya elaboración admitió no haber contribuido sino en modesta parte8, y glorificando el nombre de Marx en un intento por reparar el daño, Engels inadvertidamente promovió la génesis de una superstición, cuyas consecuencias negativas él no pudo haber conocido. Hoy, a sesenta años de su muerte, sus esfuerzos son perfectamente claros. Cuando Engel decidió apropiarse los términos ‘marxista’ y ‘marxismo’ de sus adversarios para cambiar un nombre hostil en un nombre de honor, muy difícilmente pudo haber esperado que, mediante este gesto de desafío (¿o de resignación?), se habría convertido en el padrino de una mitología destinada a dominar el siglo XX.


V

Se puede seguir el rastro de la génesis del mito marxista hasta los conflictos dentro de la Internacional. La necesidad de arrojar el abuso al oponente y sus partidistas hizo a los “anti-autoritarios”, con Bakunin a la cabeza, lo suficientemente inventivos como para crear términos tales como ‘marxitas’, ‘marxistas’ y ‘marxismo’. Poco a poco en los discípulos de Marx en Francia se fue desarrollando el hábito de aceptar estas denominaciones que ellos no había creado y que los destinaron a ser distinguidos de las otras facciones socialistas, de modo que finalmente estos términos se volvieron etiquetas políticas e ideológicas. De ahí en adelante sólo la autoridad de Engels fue necesaria para sancionar el uso de estos términos, cuya ambigüedad tal vez no era evidente para quienes los usaban. Engels fue hostil a su uso desde el principio; sabía mejor que nadie que corría el riesgo de corromper la significación profunda de una enseñanza que se debía haber considerado la expresión teórica de un movimiento social y de ninguna manera una doctrina inventada por un individuo para beneficio de una élite intelectual. Su resistencia no menguó hasta que, en 1889, el disenso entre, por un lado los ‘posibilistas’, los ‘blanquistas’ y los ‘broussistas’, y por el otro los ‘colectivistas’ y los ‘guesdistes’ amenazaron con causar una ruptura en el movimiento en Francia, amenazaron con causar una ruptura en el movimiento en Francia, a resultas de la cual cada facción decidiría organizar su propio Congreso Internacional de Trabajadores. Es obvio el predicamento de Engels; él trató de evitar el peligro de confusión y de corrupción verbal e ideológica usando comas invertidas para hablar de “Marxistas” y de “Marxismo”, y aludiendo a “los llamados Marxistas”. Cuando Paul Lafargue expresó su aprehensión al ver que su grupo pasaba por una “facción” entre los demás del Movimiento de los Trabajadores, Engels replicó que “nosotros nunca los hemos llamado a ustedes de otro modo que ‘los llamados Marxistas’ y yo no sé de que obra manera llamarles. Si tienen ustedes otro nombre tan breve, dígannoslo y nosotros los llamaremos así cumplidamente y con placer”.


VI

Si Nietzsche publicó Ecce Homo por temor a que un día sus discípulos lo canonizaran por algo que él no deseaba, la misma precaución no pareció necesaria en el caso de Marx, aunque el no había escrito ni publicado más que un fragmento de su obra proyectada. Sin embargo, el material impreso y el no publicado que había heredado a la posteridad equivalía a una prohibición formal y rigurosa en contra de ligar su nombre a la causa por la que él había luchado, y a una enseñanza que, como él creía, le había sido encargada por la masa anónima del proletariado moderno. Si Engels hubiera respetado esta prohibición como albacea de Marx, y hubiera aplicado su veto al abusivo término, el escándalo universal del ‘marxismo’ nunca habría visto la luz del día, pero Engels cometió el imperdonable error de apoyar este abuso, y adquirió así el dudoso honor de ser el primer ‘Marxista’. Es tentador ver como castigo del destino que, creyéndose heredero, en realidad fue el fundador—aunque involuntariamente—del ‘Marxismo’. La “ironía de la historia” a la que Engels le gustaba invocar le había puesto una cruel trampa. Fue así como se convirtió en profeta a pesar de sí mismo cuando al cumplir setenta años pronunció las compungidas palabras “Mi destino dispuso que yo cosechara el honor y la gloria sembrada por un hombre más grande que yo, Karl Marx”. En su 150 aniversario debemos reconocer en Engels el discutible mérito y el más dudoso título de ‘fundador del Marxismo’.

VII

En la historia del marxismo y el culto a Marx, Engels está en primer plano. Estamos familiarizados con los aspectos humano y cuasi-religioso de su amistad, lo cual no exige análisis particular. Por otro lado, lo que necesita ser examinado íntegramente es el efecto de la amistad tanto sobre el propio Marx como sobre sus epígonos y sus discípulos distantes. Siempre listo para actuar como pionero de las teorías de Marx, Engels expresó muchas ideas que Marx no pudo, desde luego, aceptar sin crítica; el silencio de Marx puede explicarse por el deseo de respetar escrupulosamente la solidaridad que tenía para con su amigo. No podemos confirmar el grado en que debió identificarse con todo lo que Engels dijo o escribió, pero este es problema secundario, considerando su admiración reconocida por las dotes intelectuales de su amigo: después de todo, él se consideró a sí mismo discípulo de Engels11. Eso que Marx no se permitió a sí mismo se ha vuelto hoy un deber estricto: debemos romper el encanto fascinador de esta leyenda y determinar el lugar de la obra de Engels en el desarrollo de la herencia intelectual del socialismo, en relación con el destino del movimiento de los trabajadores.

VIII

Solo entendiendo que Engels tuvo las facultades de un fundador podrá uno captar las razones que tuvo para cumplir con los deberes de editor y perpetuador de los manuscritos de Marx de modo tal que, hoy más que nunca, demanda cierta crítica12. Los escritos de Marx a los que Engels no hizo caso (entre otros los trabajos preliminares de su tesis doctoral, el manuscrito anti-hegeliano de Kreuznach, los bosquejos económico-filosóficos de París y de Bruselas, los Manuscritos Económicos de 1857-1858 (The Grundrisse), los numerosos cuadernos y la correspondencia con terceras partes) no sólo colocan al investigador y al especialista ante problemas de interpretación completamente nuevos; también erigieron nuevas categorías y crearon nuevas generaciones de lectores que no quedaron satisfechos con la fraseología estereotipada de los Marxistas profesionales. El imperativo real es el de entender un mundo y vivir y actuar en una época en que la ideología, mecanización y manipulación de la conciencia son aliados de la violencia pura, para cambiar el mundo en un valle de lágrimas.

§

Las tesis esbozadas aquí constituyen la introducción a un debate cuyo tema esencial debe ser el problema del Marxismo como la mitología de nuestra era. La cuestión de la medida en que puede hacerse responsable a Engels de la génesis de esta superstición universal es secundaria en el grado en que podemos afirmar, si reconocemos la enseñanza de Marx ‘el materialista, que las ideologías—entre las cuales debe colocarse el marxismo y sus variantes—no caen del cielo, sino que están enlazadas esencialmente a los intereses de clase que son al mismo tiempo los intereses del poder. Basta para reconocer en Engels al heredero legítimo del pensamiento de Marx denunciar en su nombre y en su honor, el ‘Marxismo’ establecido como una escuela de confusión y caminos descarriados para nuestra edad de hierro.

martes, 17 de marzo de 2009

Composición de clase (Kolinko)



Composición de clase (2001)

Kolinko*


Introducción

Composición de clase es una noción central en nuestra búsqueda de la posibilidad de la revolución. Estamos buscando una fuerza que sea capaz de cambiar la sociedad de arriba a abajo. Creemos correcto afirmar que sólo los explotados son capaces de derrocar la explotación, pero ¿cómo toma lugar este proceso actualmente? Nuestras experiencias son totalmente diferentes a las nociones del marxismo-leninismo: ni es la “clase obrera” una unidad ni vemos la posibilidad que un partido pueda abolir las divisiones y dar un rumbo revolucionario a las luchas. El concepto y el análisis de composición de clase puede ayudarnos a entender qué determina a las luchas obreras y como se pueden transformar en un movimiento de clase y como podemos jugar un rol activo en este proceso. El estudio de la composición de clase puede por lo tanto ser el punto de partida para una profunda discusión sobre nuestro rol como revolucionarios y nuestras estrategias políticas: ¿dónde está lo que une a la red de trabajadores de CRO en Bolonia, las encuestas con trabajadores de Kolinko en la región del Ruhr, las intervenciones en Brighton, el proyecto de periódico en Folkmakt, etc? ¿sobre qué cuestiones tenemos diferentes valoraciones políticas y qué posibilidades existen de fomentar la cooperación?

Queremos empezar con algunas breves nociones sobre relación entre práctica política y la noción de clase.


1-La noción del rol de los revolucionarios tiene su base en una específica noción de clase y en una específica relación de clase


En la discusión sobre el rol de los revolucionarios diferentes corrientes políticas (marxismo-leninismo, sindicalismo, consejismo, etc) son simplemente comparadas unas con otras. Tenemos que analizar como las diferentes nociones del papel de los revolucionarios y su organización derivan de diferentes concepciones del concepto de clase y desde una específica relación histórica de la lucha de clases.

2-Las diferentes corrientes comunistas (marxismo-leninismo, consejismo,etc) tienen una concepto formal de clase en común

En general las diferentes corrientes entienden capital como una relación formal de explotación: el plusvalor tiempo-trabajo es apropiado por manos privadas o por el Estado. El actual proceso material de explotación/ trabajo está descuidado. Esta noción formal de capital se sigue de una noción formal de clase obrera: una masa de individuos explotados que tienen que vender su fuerza de trabajo debido a su no-posesión de medios de producción. Desde esta noción similar de clase obreras diferentes conclusiones políticas son extraídas: los marxistas-leninistas enfatizan la necesidad de un partido político que sea capaz de ganarse a las masas las cuales su única coherencia es la semejanza formal de no-posesión. El partido tiene que dar una dirección estratégica a las luchas espontáneas de los explotados. El consejismo simplemente da cuenta que la masa de explotados crean sus propias formas de organización en la lucha. Ellos descuidan la cuestión de la estrategia y ven su única tarea en distribuir las experiencias de auto-organización a los trabajadores.



3. Un noción formal de clase ni puede explicar ni respaldar la auto-emancipación de la clase trabajadora

La noción formal de explotación (apropiación de la plusvalía del tiempo/ trabajo) no puede revelar la posibilidad de auto-emancipación que los trabajadores pueden desarrollar. Como no-poseedores de los medios de producción su poder no puede ser explicado. El mero hecho de que ellos están explotados no crea una verdadera conciencia entre los individuos. La posibilidad de auto-organización puede solo ser derivada desde el hecho de que los trabajadores tengan una relación práctica unos con otros y respecto al capital: están trabajando juntos en el proceso de producción y forman parte de la división social del trabajo. Como productores ellos no están solo oponiéndose al capital como asalariados, en su práctica concreta ellos están produciendo capital. Solo rebelándose a esta relación pueden los trabajadores desarrollar su poder. El aislamiento de los trabajadores en empresas individuales, ramos, etc no puede ser superada “artificialmente” tomando la semejanza de “estar siendo explotados” como la fundación para una organización. Este intento generalmente termina en otra “unión de base”: siempre habrá la necesidad de una organización desde fuera si la conciencia de los trabajadores no está basada en su actual cooperación social, sino simplemente en “conciencia formal” de ser explotados asalariados. El marxismo-leninismo no se da cuenta de esta profunda razón de las formas sindicalistas de las luchas obreras. Aborda el problema como si fuese una mera cuestión de liderazgo: ¿es la conciencia externa constituida por los sindicatos o por el partido comunista? Los críticos del leninismo normalmente se limitan a cuestionar la forma de esta conciencia desde fuera: “no es democrática”, “no es construida por los propios trabajadores”, etc. Los críticos izquierdistas raramente analizan el proceso de producción en términos de la formación de la conciencia de las luchas obreras. Por lo tanto ellas tienden simplemente a seguir la espontaneidad de las luchas sin realizar o respaldar una dirección estratégica dentro de esto.

¿Por qué diferentes corrientes políticas se desarrollan a pesar de su similar noción de clase ?


4. La razón por la que diferentes nociones y prácticas políticas del marxismo-leninismo y sus críticos izquierdistas están en las diferentes condiciones materiales de explotación y lucha obrera que ellos tuvieron que combatir

Consejistas y otros principalmente critican el paternalista y antidemocrático carácter del partido leninista. Nosotros pensamos que la más profunda crítica al leninismo consiste en el análisis que la forma de partido bolchevique que emergió desde las condiciones materiales específicas de la Rusia de finales del siglo XIX y principios del XX. Una sociedad agraria con dispersas y aislados centros urbanos, un alto grado de analfabetismo y pequeñaas y pocas zonas industrializadas solo podría ser políticamente unificada por una organización de masas externa. Por lo tanto la más profunda crítica de los consejistas es que ese tipo de organización no era útil y apropiada en su situación histórica: las regiones industrializadas de Europa Occidental en los años veinte. Ellos se dieron cuenta que las fábricas ya habían unificado a los obreros y que la creación de consejos obreros durante el período revolucionario de 1918-1923 fue la respuesta política de la clase obrera. Todavía hoy pocos críticos del leninismo reflejan este “núcleo material”. La crítica normalmente permanece en un nivel político, sin tocar las raíces materiales del leninismo y otras corrientes. Hoy nosotros tenemos que poner la crítica en el suelo de nuevo analizando los cambios en la organización de la explotación y de las luchas obreras. Esta es la condición para el desarrollo de nuevas políticas estrategias. La noción de composición de clase puede ayudarnos con ellos.


5. El núcleo de la noción de composición de clase es la tesis de que hay una relación cerrada entre las formas de luchas y la forma de producción

Los trabajadores no luchan juntos porque tengan conciencia de que “todos ellos son explotados”. Las luchas de los obreros surgen de condiciones de trabajo concretas, desde las actuales situaciones de explotación. Las luchas obreras toman diferentes formas (en el pasado, en diferentes regiones y sectores, etc) porque el concreto proceso de trabajo y por lo tanto la forma material de explotación difiere. El modo de producción y la posición en el proceso social de producción determina la forma y posibilidad de lucha: las luchas de los conductores de camiones difiere de las de los obreros de la construcción, una huelga en fábricas que producen para el mercado mundial tienen diferentes consecuencias que una huelga en un centro de atención telefónica. En el análisis de la lógica en el modo de producción y la lucha de los trabajadores distinguimos entre dos nociones diferentes de composición de clase:

  • La composición de clase técnica describe como el capital reúne la fuerza de trabajo; lo que condiciona las condiciones en el proceso inmediato de producción (por ejemplo división del trabajo en departamentos diferentes, distanciamiento desde la administración y la producción, uso de maquinaria especial ) y la forma de reproducción (vida comunitaria, estructura familiar, etc)

  • La composición de clase política describe como los obreros desvían la composición técnica contra el capital. Ellos toman su conciencia tanto como una fuerza de trabajo colectivo tanto al punto de partida de su organización usan los medios de producción como medios de lucha. Todavía estamos discutiendo en que punto concreto en el proceso de luchas obreras podemos describirlo en términos de composición de clase política. Una posición usa el término tan pronto los trabajadores de una sola empresa o ramo organizan su lucha fuera de las condiciones de producción. La otra posición toma como condición previa para una nueva composición de clase política una ola de luchas obreras que son unificadas en un movimiento de clase por luchas en partes centrales del proceso de producción social (por ejemplo en los sesenta/ setenta el foco del movimiento de clase fueron las luchas en las fábricas de automóviles).

En el siguiente pasaje queremos esbozar como formas específicas de producción influyen las formas, contenidos y perspectivas de las luchas:

a) organización inmediata:

Si los trabajadores intentan encontrar soluciones individuales o colectivas para su problema principalmente depende de la forma que ellos tienen de relacionarse cada uno en el proceso de trabajo diario. Cuando el trabajo está principalmente basado en trabajos individuales y habilidades (por ejemplo trabajo artesanal) tratando con conflictos en una base individual es más posible. Cuando la división del trabajo crea una mutua dependencia entre los trabajadores, la necesidad de una acción colectiva es más obvia. La capacidad para auto-organizarse además depende de la cuestión de si el proceso de trabajo permite a los trabajadores comunicarse unos con otros (alto grado de cooperación, concentración de muchos obreros en un lugar de trabajo o residencias, etc).

b) poder inmediato

El origen del surgimiento, el contenido y los propósitos de las luchas de los trabajadores es la cuestión de si ellos pueden ganar poder contra el capital. Eso depende en diferentes circunstancias, por ejemplo si los obreros están concentrados en puntos de significada importancia para el proceso de producción y acumulación; si la lucha tiene lugar en una situación económica específica o bajo una composición de capital particular (por ejemplo, altos niveles de maquinaria requiere no parar la producción) que incremente la dependencia de la fuerza de trabajo.

c) contenido político

La conciencia política, la conciencia para enfrentarse al capital como clase, no puede ser llevada a los obreros desde fuera, sólo puede desarrollarse en la misma clase. Este desarrollo de la conciencia también depende de la relación práctica entre los productores y su relación con los medios de producción. El modo de producción capitalista es producción en masa basada en la división del trabajo y la maquinaria. Si los trabajadores entienden explotación solo desde un punto de vista sindicalista como una distribución injusta del producto o desde un punto de vista político como una relación social de producción con sus propias leyes, depende de las condiciones bajo que ellos tengan que trabajar. No es una cuestión de su correcta o equivocada conciencia como los marxistas-leninistas podrían sostener, la cuestión de si su explotación no es solo capitalista en una manera formal (libertad de trabajo) sino también material (división del trabajo jerarquizada, control mecánico del proceso de trabajo, etc). Algunos ejemplos de como las condiciones concretas de producción influyen el contenido político de las luchas obreras y su relación con el capital como modo de producción:

  • La relación respecto a la forma salario:
En el capitalismo la relación salario aparece como intercambio individual de dinero por trabajo, oculta el hecho de que el capital explota la fuerza de trabajo colectiva de los trabajadores. Un trabajador que es contratado junto a un cierto número de otros trabajadores y que hacen el mismo trabajo es más posible que se dé cuenta que los contratos individuales son un mero simulacro que un trabajador artesanal que posee habilidades especiales por lo tanto un determinado trabajo para vender.

  • La relación respecto al trabajo:
El trabajo en el capitalismo es abstracto. La tarea específica que uno realiza no es importante, pero el hecho de que el trabajo añade plusvalía trabajo-tiempo a el producto sí lo es. Un trabajador que tiene que hacer un trabajo no cualificado junto con otros tendrá una relación diferente respecto al trabajo que un trabajador especializado. El primero realmente experimentará el trabajo como una abstracción y será más difícil que tienda a glorificarlo y organizarse bajo los límites de él o de su profesión.


  • La relación respecto a otros trabajadores:
Una noción formal de clase no nos lleva muy lejos. Eso se revela cuando miramos la composición de fuerza de trabajo en los trabajadores de base. Podemos decir que los capataces, encargados o ejecutivos son también asalariados y por lo tanto explotados, pero prácticamente cada lucha tiene que hacerse valer contra estos jefecillos. La (jerárquica) división del trabajo del proceso de producción social es el origen e las divisiones racistas y sexistas dentro de la clase trabajadora. Por una parte el capital divide a los trabajadores, pero por otra parte reagrupa a los trabajadores de cualquier color de piel, género, nacionalidad, etc en el proceso de producción. Si la división entre los trabajadores está cuestionada o fortificada es generalmente decidido en las luchas. Fábricas, sectores específicos, etc, con una coloreada composición son especialmente decisivas en este proceso.

  • La relación respecto a los medios de producción:
El capital es el proceso y resultado de un modo de producción donde el trabajo muerto (máquinas, trabajo material) dirige a la fuerza de trabajo viva. Un trabajador que tiene que obedecer el ritmo de las máquinas, y que se de cuenta que a pesar del progreso tecnológico su situación no mejora, atacará más fácilmente al capital como un modo de producción contradictorio. Trabajadores en un proceso de trabajo artesanal quienes son aún amos de sus herramientas es más posible que vean al jefe como el símbolo de la explotación.

  • La relación respecto al producto:
Los trabajadores en la esfera de la producción en masa se dan cuenta al trabajar que la calidad de los productos juega un rol secundario y que está todo basado en la cantidad. Normalmente uno no puede poner en relación el valor de uso del producto, porque uno sólo puede ver una pequeña parte de todo el proceso de producción a una fase del producto el cual no tiene valor de uso aún. Muchos trabajadores no están trabajando con productos materiales, pero ellos trabajan bajo industria como los que realizan servicios. Tenemos que discutir como esta inmaterialidad de el producto impacta en las luchas obreras.

Esto recuerda a una cuestión abierta para nosotros, cómo las luchas de trabajadores artesanos, trabajadores del campo y otros proletarios que no trabajan bajo condiciones industriales pueden desarrollar un carácter anti-capitalista. Es una cuestión decisiva como estas luchas pueden unirse con las luchas del proletariado industrial a pesar de las condiciones diferentes sin mediación externa (como el llamado movimiento antiglobalización, la acción global de los pueblos, los zapatistas y otras organizaciones que intentan unir diferentes movimientos sociales).


d) expansión

Que las luchas puedan expandirse ellas mismas también depende de la espontaneidad, la situación social y mera suerte. Para una estrategia política es importante indagar en el origen material de una expansión: ¿cuál es la relación entre una sola lucha y la producción social? Las empresas individuales están, en una mayor o menor importancia, conectadas a la división social del trabajo: cadenas de producción internacional, transporte, conexiones al trabajo científico en las universidades, conexiones con el sector servicios y la distribución, etc. Así hay diferentes maneras de que una lucha pueda afectar a la sociedad, por ejemplo una huelga la vida diaria de una masa de trabajadores. ¿Notan los trabajadores que no están directamente comprometidos en una huelga les afecta como productores porque ellos no pueden hacer su trabajo debido a las partes que faltan? ¿O lo notan como consumidores, por ejemplo porque ellos pierden el periódico de la mañana? Para la expansión de una lucha es importante otros trabajadores no sean solo informados por los medios, que afecte a su vida y trabajo diario. Estos efectos muestras la dimensión social de la producción hoy y así se puede destruir la noción de centros de trabajo aislados. También las capacidades sociales que los trabajadores adquieren en su existencia como fuerza de trabajo influye su potencial para romper con el aislamiento de su lucha por su propia actividad: por ejemplo el conocimiento de cómo organizarse e improvisar en el caos del proceso de producción, las habilidades para usar los medios de comunicación, las experiencias y conexiones con los trabajadores inmigrantes, etc.

e) generalización política

En la historia de la lucha de clases nunca ha tenido lugar un levantamiento en masa, un despertar simultáneo de la mayoría. Siempre han sido pequeños sectores del proletariado (una sola fábrica, ramo, región, etc) quienes empiezan el conflicto, los cuales lo hacen notar o quienes se convierten en el símbolo o foco del movimiento obrero. Estos núcleos ni son originadas debida a la alta conciencia ni surgen por casualidad. En los sesenta / setenta fueron principalmente los trabajadores de las fábricas de automóviles quienes ejercieron este papel. El sector del automóvil fue la fuerza conductora del boom capitalista de la anterior década. Absorbió a miles de trabajadores que venían de diferentes regiones pobres a la metrópolis. Esto generalizó la experiencia de los trabajadores por la tecnología y organización del trabajo a un nivel internacional. Era el centro de una división del trabajo internacional con conexiones productivas en cada sector cercano. Por otra parte el producto era un símbolo de un incremento de riqueza, la única oportunidad de conseguir una pieza de lo que era sometido uno mismo al mando de la fábrica.

En otros tiempos y lugares han sido regiones particulares las que se han convertido en el centro del movimiento. Fue menos debido a la tradición que a su significado en el proceso social de producción, por ejemplo ciudades portuarias, regiones mineras. En los centros de desarrollo la conexión entre Estado y Capital puede notarse más fácilmente (planificación de infraestructura, políticas del mercado de trabajo, leyes especiales, etc) y el carácter global de esta sociedad es obvio (inversiones extranjeras, migraciones, etc). Podemos tomar ciudades como Turín como ejemplo para la década de los cincuenta / sesenta o las Maquilladoras de Sudamérica y las Zonas Especiales de Desarrollo de la China de hoy. También en Europa hay zonas de desarrollo (por ejemplo en la frontera occidental de Polonia, la región alrededor de Dresde, el Piamonte).

Pensamos que las luchas pueden expandirse sin esos centros, pero a menudo las limitaciones de los movimientos huelguísticos son debidas al hecho que los centros no estaban participando o habían sido derrotados. Así la cuestión de la generalización no es realmente una cuestión de liderazgo político, la cuestión es que extender las luchas puede socializarlas alrededor de las líneas de la producción social y golpear al capital en puntos centrales.

f) tendencias comunistas

Hay claramente diferentes nociones de lo que son las tendencias comunistas. En una mano está la noción de que los seres humanos tienen la necesidad humana para una sociedad más justa la cual ellos expresan en sus luchas contra la explotación. En la otra mano a noción ortodoxa de que el desarrollo de las fuerzas productivas superará el capitalismo y hará posible el comunismo. Tanto el marxismo-leninismo como la mayoría de las corrientes de comunistas de izquierda tienen una noción muy mecánica de las fuerzas de producción: desarrollo de la tecnología y extensión de la división social del trabajo debido a las fuerzas conductoras de la competencia. El origen del comunismo estará en el hecho de que el incremento de las fuerzas de producción sea capaz de reducir el tiempo de trabajo individual. Ellos solo dan con el hecho que el incremento de las fuerzas de producción están en manos equivocadas, e ignoran las contradicciones que la forma material de la tecnología (cadena de montaje), de la ciencia (el taylorismo) y socialización (la globalización) son ellas mismas el origen de la dominación capitalista sobre los trabajadores. La disolución de esta contradicción puede sólo tomar lugar en un movimiento de clase que cambie las condiciones materiales de producción y “socialice” las fuerzas de producción al mismo tiempo con la lucha. Por lo tanto, las luchas tienen que poner en relación la contradicción de las posibilidades sociales (enorme producción de riqueza material, incremento de la productividad) y la realidad (trabajo pesado y pobreza relativa).

Un problema central continúa el desarrollo desigual: las fuerzas de producción no existen solamente como una etapa de las fuerzas de producción separadas de los trabajadores. El estado de la tecnología, el uso de la ciencia, el grado de la división social del trabajo es diferente en cada sector, región, etc. Los trabajadores tienen que enfrentarse a diferentes estado de desarrollo en el proceso de trabajo, así en las luchas tienen que poner en relación en diferentes formas las posibilidades y contradicciones de las fuerzas sociales de producción. En zonas de subdesarrollo (ninguna o poca inversión, inversión en explotación intensiva del trabajo) la necesidad el comunismo será, sobre todo, se expresará en que los trabajadores ataquen la pobreza y la producción de trabajo intensivo como una consecuencia de la utilización capitalista de la productividad social. En centros de desarrollo la contradicción se mostrará en el hecho que a pesar del progreso tecnológico y la abundancia, la vida está aún regida por el trabajo pesado y la pobreza relativa. La cuestión principal será desde qué puntos del desarrollo desigual las luchas pueden socializarse / globalizarse ellas mismas como una nueva fuerza de producción. ¿Qué luchas serán capaz de expresar la posibilidad de esperanza para una mejor forma de producción debido a las condiciones materiales (estado de la tecnología, ciencia, división del trabajo, etc) de las que ellas surgen?

La revolución comunista tendrá que derribar la existencia artificial de desarrollo y subdesarrollo. Tenemos que preguntarnos a que puntos de la producción social este proceso empezará y desarrollará poder.

No es fácil buscar buenos ejemplos para mostrar la coherencia entre el estado de las fuerzas de producción y la Utopía de las luchas de clase. Las revueltas en las sociedades agrarias tuvieron menos utopía social que la demanda de cultivar la tierra en su propio modo anárquico. Las luchas en las fábricas en Europa Occidental al principio de el último siglo desarrollaron la esperanza socialista de tomar las fábricas y por lo tanto toda a sociedad bajo control obrero. Las luchas de los sesenta / setenta expresaron el incremento de cientificación de la producción, el molesto incremento de la maquinaría y la alineación desde el trabajo y el producto. La distinción entre luchas obreras y otros movimientos sociales se disolvió más y más debido al hecho que toda la sociedad (escuelas, universidad, infraestructura urbanística) fue estrechamente conectada al actual proceso de producción. Los centros del movimiento (fábricas, universidades) se apropiaron mucho de las posibilidades productivas de una sociedad moderna. El incremento de la división del trabajo dentro de la fábrica y la cadena de montaje fueron usadas para organizar nuevas formas de huelgas, las fábricas y universidades ocupadas se convirtieron en los puntos centrales de encuentro, la nueva ciencia y los medios de comunicación fueron desarrollados por el movimiento, etc. Haciendo esto el movimiento se convirtió más productivo y creativo y extendió las desarrolladas fuerzas de producción hacia otras partes de la sociedad. El movimiento reflejó las desarrolladas fuerzas de producción en sus demandas: no fábricas bajo control obrero, sino autonomía de la fábrica y riqueza para todos...


6. La composición de clase expresa la coherencia interna y la tendencia de la lucha de clases

Los problemas anteriores dejan sin resolver el asunto de la discusión sobre estrategia en la lucha de clases. La estrategia solo puede ser derivada desde las tendencias del capitalismo. En el proceso social de producción el capitalismo crea y conecta partes de desarrollo y subdesarrollo como una reacción a la contradicción de clases, las cuales explican el carácter dinámico del sistema. Dentro de las fábricas de alta tecnología existen departamentos de diferentes niveles tecnológicos. Estas fábricas están conectadas ellas mismas a distribuidores de diferentes grados de desarrollo directo de centros de explotación del Tercer Mundo. Los diferentes niveles de desarrollo son el origen material para las divisiones y la inconsistencia de la lucha de clases. Las luchas de los trabajadores que pueden generalizarse alrededor de las líneas de desarrollo desigual siguen a las condiciones de producción convertirse más parecidas. Las luchas de los trabajadores en las fábricas de automóviles en los sesenta-ochenta tuvieron el resultado que las condiciones en la mayoría de las fábricas más parecidas globalmente incluyendo a las zonas de subdesarrollo (México, Brasil, etc): a un nivel tecnológico y también para los trabajadores (relación similar entre salario y producto). El Capital reacciona a la composición de clase política (la generalización de lucha de clases) con una re-composición técnica, con la reproducción de desarrollo desigual a un alto nivel: regiones son des-industrializadas, en otras el capital realiza el gran salto tecnológico adelante, viejos núcleos de fábricas son divididas en diferentes unidades en una producción mayor, la producción es globalizada, etc. El capital crea nuevos centros de desarrollo los cuales pueden convertirse en nuevos puntos para la generalización de los movimientos de clase futuro. Así la coherencia interna del nuevo movimiento de clase es anticipada. Su estrategia no surgirá de la cabeza de los revolucionarios, pues surge bajo el mismo proceso de desarrollo material (de división del trabajo, maquinaria, etc).


7. La tarea de los revolucionarios es el análisis del desarrollo capitalista a fin de que sean capaces de valorar y mostrar el potencial de las luchas de clase

El papel especial de los revolucionarios no puede ser explicado por una conciencia política sin la cual las luchas de clase no pueden desarrollarse por sí mismas. Esto solo puede ser derivado desde una vista e interpretación general de las cosas que actualmente pasan. El poder, las posibilidades de auto-organización, de expansión y generalización están marcadas por las condiciones de producción. La tarea de los revolucionarios es mostrar la lógica entre las condiciones materiales y la práctica y perspectiva de las luchas. El movimiento de clase tomará lugar dentro del tejido de desarrollo y subdesarrollo. Por lo tanto, tenemos que mostrar la conexión de las diferentes partes de este tejido y las razones políticas para la desigualdad. El análisis del origen material de las luchas de los trabajadores también determina donde podríamos intervenir. No es suficiente limitarse a seguir las pautas espontáneas de las luchas y documentarlas. Tenemos que mirar los puntos que pueden ser de significado estratégico en el futuro. Estas áreas no necesitan ser las más desarrolladas o los centros de acumulación. A menudo los sectores que conectan diferentes niveles de desarrollo (transporte entre diferentes fábricas, trabajo de información entre producción y distribución) son significantes para una generalización de las luchas. Por esto necesitamos más que simple intercambio informal entre grupos, necesitamos una discusión e intervención organizada.

* http://www.nadir.org/nadir/initiativ/kolinko/engl/e_index.htm


martes, 30 de septiembre de 2008

Los sindicatos contra la revolución (Benjamin Péret)



Los sindicatos contra la revolución
(1952)

Benjamin Péret



Las nuevas revoluciones rusas de 1905 y 1907 hicieron aparecer un nuevo organismo de combate que nace de la realidad social misma: el comité o consejo de fábrica, elegido democráticamente en el lugar del trabajo y cuyos miembros son revocables en todo momento. Se los vio aparecer en San Petersburgo y en Moscú, al final de la revolución de 1905, de la que fueron el punto culminante. Sin embargo, aún demasiado débiles y sin experiencia, fueron incapaces de realizar la tarea que se habían propuesto, derribar al zarismo.

Desde el principio de la revolución del 17, se los ve reaparecer, esta vez más maduros y, rápidamente, se extienden por todo el país. Bajo la impulsión de Lenin y Trotsky, llevaron a cabo la revolución de octubre. Mientras tanto, los sindicatos les iban a la zaga, frenando el movimiento con todas sus fuerzas. No se les debe ninguna iniciativa revolucionaria, sino todo lo contrario. John Reed, en su libro Diez días que estremecieron al mundo, los describe en diversos momentos hostiles a los soviets, hasta tal punto que los empleados de ferrocarriles tienen que violar la disciplina sindical para transportar de Petrogrado a Moscú los refuerzos militares necesarios para derrotar la contrarevolución de los Junkers en esta última ciudad.

Durante la revolución española de 1936, desde los primeros días de la insurrección, nacen comités como setas tras la lluvia, pero al revés de lo que sucedió en Rusia, donde los soviets desplazan a los sindicatos al segundo plano, aquí los sindicatos ahogan a los comités (juntas). Resultado: el estalinismo triunfa sin que los sindicatos se opongan realmente. Incluso se unen para celebrar el triunfo del estalinismo, mediante un comité de enlace UGT/CNT, y la revolución es traicionada por el estalinismo que da paso a Franco.

Los obreros, soldados y marineros alemanes, que se rebelaron en 1918, no pensaron ni un instante dirigirse a los sindicatos para conducir su lucha contra el régimen imperial; crearon en el combate sus comités de lucha que se apoderaron de las fábricas y de los barcos expulsando a las autoridades capitalistas. Los sindicatos sólo intervendrán más tarde para frenar la lucha, mantener la revolución en los límites burgueses, es decir traicionarla. Es este espectáculo el que alecciona definitivamente a los revolucionarios alemanes y muestra a Hermann Gorter y a la izquierda germano-holandesa el camino a seguir, haciendo de él, en esa época, uno de los primeros teóricos del comunismo de izquierda y de una verdadera táctica clase contra clase.

Está fuera de duda el que Lenin, enfrentado con la guerra civil, la intervención extranjera y las dificultades casi insuperables del restablecimiento de la economía rusa, no midió en su justo valor los problemas evocados por la izquierda comunista alemana y holandesa que ponía de relieve la situación particular de su país, de su nivel general de cultura, del impulso revolucionario de las masas que había que consolidar cotidianamente. Aunque conociese Lenin perfectamente Europa occidental, estaba obnubilado por la revolución rusa y los métodos empleados bajo el zarismo para hacerla triunfar. No vio que eran imposibles de aplicar en cualquier otra parte. Producto directo de las condiciones económicas, políticas y culturales de Rusia zarista, estos métodos no valían nada una vez transplantados en Europa Occidental, donde la situación de las masas obreras, las relaciones de éstas con el campesinado, la estructura de este campesinado, y en fin, el estado del capitalismo, no tenían apenas puntos comunes con la situación en Rusia. Tampoco vio el conflicto larvado que había existido en Rusia entre Soviets y Sindicatos, y que, únicamente el impulso irresistible de la revolución había ahogado en el huevo, fortalecido a los primeros a expensas de los segundos.

En Alemania, donde los sindicatos, mucho más potentes que en Rusia, eran dirigidos por los reformistas más consecuentes, se podía uno convencer de que éstos últimos emplearían todos los medios a su alcance para sabotear la revolución en marcha. Era para ellos un problema de vida o muerte. Por otra parte, si los sindicatos eran hostiles a la revolución y los comités de fábrica favorables, era evidente que había que sostener los segundos contra los primeros. A ello se opuso Lenin, en nombre de una táctica de desbordamiento de los jefes por las masas; pero, justamente, los sindicatos encarnan el poder material de los jefes que disponen de todo el aparato sindical y del apoyo directo o indirecto, del estado capitalista, mientras que las masas no hubieran creado sus propios órganos de lucha, los soviets, la revolución hubiera sido inevitablemente canalizada y conducida a la derrota por los únicos órganos que encuadraban a las masas, los sindicatos.

Contra la izquierda alemana y holandesa, fue contra la que escribió Lenin La enfermedad infantil del comunismo, a la que Hermann Gorter contestó con una Respuesta a Lenin que comporta una crítica de los sindicatos que es aún válida hoy día. Dice en resumen que los sindicatos convergen hacia el Estado, y tienden a asociarse con él contra las masas, que los obreros no tienen ningún poder, no más que el Estado, que son inaptos, los sindicatos, a servir de instrumento para la revolución proletaria, y que ésta no puede vencer si no es destruyéndolos. Proclamémoslo: en esta polémica (de la que la III Internacional no nos dio a conocer más que la argumentación de Lenin, dejando de publicar las de la oposición), era Gorter quien tenía toda la razón, por lo menos sobre este punto. En este folleto, opone a los sindicatos, donde los obreros no tienen prácticamente otro poder que el de pagar las cuotas, el Comité o Consejo de Fábrica elegido democráticamente por los trabajadores en los lugares de trabajo, cuyos miembros colocados bajo el control inmediato y constante de sus electores, son revocables en todo momento. Estos comités son evidentemente la emanación misma de la voluntad de las masas, cuya evolución facilita. Por esto es por lo que en el momento en el que aparecen, incluso bajo la firma provisional, se encuentran enfrentados con los dirigentes sindicales, pues amenazan el poder que tienen éstos sobre los obreros, lo mismo con los patronos, los unos y los otros se sienten igualmente amenazados, de tal manera que en general los dirigentes sindicales alcahuetean entre patronos y obreros para destruir la huelga. Estoy convencido de que ningún trabajador que haya participado en un comité de huelga me contradirá, sobre todo por lo que se refiere a las huelgas de los últimos años. Por lo demás, es normal que esto suceda así, ya que el comité de huelgas representa un nuevo organismo de lucha, el más democrático que pueda concebirse. Tiende conscientemente o no, a reemplazar al sindicato que defiende entonces los privilegios adquiridos intentando reducir las atribuciones que el comité de huelga se ha concedido. Compréndase entonces la hostilidad de los sindicatos a la existencia de un comité permanente destinado por la lógica misma de las cosas a someterles y suplantarlos.


El comité de fábrica motor de la revolución social

Nadie negará que la sociedad capitalista ha entrado en un período de crisis permanente que la induce a reunir sus flaqueantes fuerzas concentrando cada vez más en las manos del Estado todos los poderes políticos y económicos mediante las nacionalizaciones. ¿A esta concentración de poderes capitalistas, van a seguir oponiéndose las fuerzas obreras dispersas? Significaría esto ir al fracaso definitivo. Y una de las razones principales de la apatía actual de la clase obrera reside en la serie interminable de fracasos sufridos por la revolución social en lo que va de siglo. La clase obrera no tiene confianza en ninguna organización porque las ha visto a todas funcionando, aquí o allí, y todas, incluidas las organizaciones anarquistas, se han mostrado incapaces de resolver la crisis del capitalismo, es decir asegurar el triunfo de la revolución social. No hay que tener miedo a decir que hoy todas han caducado. Al contrario, es únicamente a partir de esta constatación, de la cual no debe intentarse reducir el alcance por consideraciones más o menos circunstanciales o acusando a los otros de sus propios errores, como se estará en condiciones de revisar todas las doctrinas (cuyo punto común hoy es que han caducado en buena parte). Así es también acaso como podamos llegar a una unificación ideológica fundamental del movimiento obrero con vistas a la revolución social. Ni que decir tiene, que no defiendo ni un segundo la idea de un movimiento con pensamiento monolítico, sino un movimiento unificado al interior de cual las diversas tendencias gozarían de la libertad más amplía para manifestarse.

Por otro lado, no cabe duda de que la acción se impone de un modo inmediato. La acción debe guiarse por los principios generales. Por una parte, debe facilitar la agrupación ideológica que preconizo, y por otra, debe cesar de considerar la revolución social como obra de generaciones futuras a las que se prepara la tarea. Estamos ante el dilema: la revolución social y un nuevo resurgir de la humanidad, o la guerra y una descomposición social desconocida hasta hoy.

Nos ofrece la historia un tiempo de reposo, de duración indeterminada. Seamos capaces de utilizarlo para invertir el proceso de la degeneración y hacer surgir la revolución. La apatía actual de la clase obrera sólo es provisional. Indica al mismo tiempo la pérdida de confianza en todas las organizaciones que he mentado y un estado de disponibilidad que sólo depende de nosotros, los revolucionarios, saber utilizar para transformarlo en rebeldía activa. La energía de la clase obrera sólo pide emplearse. Empero, hay que darle no solamente un objetivo -que la clase presiente desde hace mucho tiempo- sino también los medios para alcanzarlo. Si se trata, para los revolucionarios de llegar a una sociedad fraternal, nos hace falta desde ahora, un organismo donde pueda formarse y desarrollarse esta fraternidad. Resulta que, en este momento, es al nivel de la fábrica donde la fraternidad obrera alcanza su mayor intensidad. Es allí donde debemos actuar, no pudiendo una unidad sindical quimérica hoy, en el estado actual del mundo capitalista, y que además sólo podría producirse contra la clase obrera, ya que los sindicatos no representan otra cosa que las diferentes tendencias del capitalismo. De hecho, no habrá "frente único" sindicalista más que la víspera de la revolución social, y contra ella, ya que las centrales sindicales están igualmente interesadas en torpedearla para asegurar su supervivencia en el estado capitalista. Integradas ya en el sistema capitalista, le defienden defendiéndose. Sus intereses son los suyos y no los de los trabajadores.

Por otra parte, uno de los obstáculos más poderosos a todo agrupamiento obrero y a un renacimiento revolucionario, lo constituye el aparato de los burócratas sindicales, en la fábrica misma, empezando por el aparato estaliniano. El enemigo del trabajador es hoy el burócrata sindical tanto como el patrón, que sin el primero sería impotente. Es el burócrata sindical quien paraliza la acción obrera. La primera consigna de los revolucionarios debe ser: ¡Fuera todos los burócratas sindicales! Pero el enemigo principal está constituido por el estalinismo y su aparato sindical, por ser partidario del capitalismo de Estado y del sindicalismo. Es pues el defensor más clarividente del sistema capitalista, ya que indica a este sistema el estado más estable que pueda concebirse hoy. Sin embargo no se puede destruir un organismo existente sin proponer otro, mejor adaptado a las necesidades de la revolución social. Ésta se encarga precisamente de indicarnos cada vez que aparece el instrumento elegido, el comité de fábrica nombrado directamente por los trabajadores en los lugares mismos de trabajo y cuyos miembros son revocables en todo instante. Es el único organismo que puede, sin burocratizarse, dirigir los intereses obreros en la sociedad capitalista, al tiempo que apunta a la revolución social, realizar esta revolución, y, una vez adquirida la victoria, constituir la base de la sociedad futura. Su estructura es la más democrática que pueda concebirse ya que directamente elegida en los lugares de trabajo por el conjunto de los obreros de la fábrica que controlan su acción en todo momento y que pueden revocarlo en cualquier instante para nombrar otro. Su constitución ofrece el mínimo de riesgos de degeneración a causa del control constante y directo que los trabajadores pueden ejercer sobre sus delegados. Además el contacto constante entre responsables y electores favorece al máximo la iniciativa creadora de la clase obrera, incitada así a tomar su destino en sus manos y a dirigir directamente sus luchas. Este comité que representa de un modo auténtico, la voluntad obrera, tiene como destino dirigir la fábrica, organizar su defensa contra la policía y las bandas reaccionarias del estalinismo y del capitalismo tradicional. Una vez la revolución victoriosa, es él quien indicará a la dirección económica regional, nacional, y luego internacional (elegidas ellas también por los trabajadores) la capacidad de producción de la fábrica, sus necesidades en materias primas y en mano de obra, y finalmente, los representantes de cada fábrica, formarán en los niveles regionales, nacionales e internacionales el nuevo gobierno, diferente de la dirección económica, cuya tarea principal consistirá en liquidar la herencia del capitalismo, y asegurar las condiciones materiales y culturales de su propia desaparición progresiva. A la vez económico y político, es el organismo revolucionario por excelencia, por eso su constitución misma representa una especie de insurrección contra el estado capitalista y sus esbirros sindicales, pues reúne todas las energías obreras contra el Estado capitalista, incluso dotado de poderes económicos. Por la misma razón, se le ve aparecer espontáneamente en los momentos de crisis social aguda, pero, en nuestra época de crisis crónica, es necesario que los revolucionarios lo preconicen desde ahora si quieren acabar primero con la ingerencia de los burócratas sindicales en las fábricas y devolver a los trabajadores la iniciativa de su emancipación. Destruyamos pues los sindicatos en nombre de los comités de fábrica democráticamente elegidos por el conjunto de los obreros en los lugares de trabajo y revocables en todo momento.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Entrevista con Bernhard Reichenbach





Moscú 1921 - Encuentros en el Kremlin

Entrevista con Bernhard Reichenbach, antiguo miembro del KAPD.

Publicada originalmente en Survey no. 53, octubre de 1964.


¿Recuerdas con claridad tu visita a Moscú en 1921? ¿Cuáles fueron tus primeras impresiones?

Bernhard Reichenbach: Oh, mis impresiones están aún muy vivas. El viaje desde Berlín hasta Moscú me llevó como diez o doce días. Fui por mar a principios de marzo y tuve que esperar ocho días en Reval antes de conseguir mi visado ruso. En junio se unieron mis camaradas Alexander Schwab, Meyer, un obrero metalúrgico de Leipzig y un antiguo marinero llamado Jan Appel, que había ido el año anterior a Moscú con Franz Jung para hablar con los líderes rusos - su historia salpicó en la prensa. Estuvimos todos allí por el KAPD, el Partido Comunista Obrero, que era más bien persona non grata en los ojos del KPD.

¿No fuiste uno de los primeros izquierdistas alemanes en ir a Moscú?

Bernhard Reichenbach: Bueno, no. Hubo cuatro representantes del KAPD en el segundo Congreso del Comintern en 1920. En 1921 fui como un "simpatizante" sin voto.

Pero supongo que para la mayoría de los delegados fue su primera visita a Rusia.

Bernhard Reichenbach: Sí, así fue. Fue mi primera visita a la Rusia bolchevique, pero había estado antes de la guerra, cuando era actor. No hablaba nada de ruso, pero desde el momento que crucé la frontera, y todo el tiempo que estuve en Moscú todo el mundo fue muy amable y amigable y me tradujeron -mayormente eran los letones quienes traducían. Por supuesto todo fue bien en la Ejecutiva del Cominterm -el ECCI- y después en el Congreso, porque el alemán era el idioma oficial, y la mayoría hablaba alemán con fluidez.


¿Dónde te alojaste mientras estuviste en Moscú?

Bernhard Reichenbach: Estuve en el Hotel Lux, junto con otros delegados extranjeros del congreso, sobre una centena de ellos. El único otro extranjero que vi allí algunas veces fue uno o dos periodistas. Fui y me presenté ante Zinoviev, que era el presidente del Ejecutivo del Cominterm, y después tomé parte en las sesiones del Ejecutivo; tuvieron lugar dos o tres veces por semana. Además de Zinoviev, los rusos que acudían regularmente eran Bujarin y Radek. Trotsky vino una o dos veces, pero nunca Lenin, aunque después en el congreso ellos dos fueron los portavoces principales.


¿Y cómo funcionaba la Ejecutiva?

Bernhard Reichenbach: Bueno, muy pronto vi claramente que esta "Internacional" estaba dominada por los rusos. Y, por supuesto, era virtualmente inevitable no solo porque Rusia aportaba el dinero, y servía como refugio para muchos revolucionarios que habían estado perseguidos en sus propios países. Lo que importaba realmente era que fue el primer partido marxista en hacer realidad el sueño del Manifiesto Comunista de 1848. No digo que las diferencias de opinión en el ECCI fueran suprimidas, o que las críticas en el congreso fueran reprimidas o castigadas; pero cualquiera que mantuviese una posición que difiriese de la rusa se quedaba bastante aislado.

¿No diferían los rusos entre ellos?

Bernhard Reichenbach: Sí, pero era normalmente de puertas para adentro, y cuando Lenin se había manifestado, la cuestión estaba resuelta. Su autoridad era simplemente dada por sentado por sus camaradas. No digo que se limitasen a obedecer mecánicamente o que estuvieran bajo ningún tipo de trato. Admitiré incluso hoy que su posición era el resultado de su indudable superioridad. En menor grado era también verdad respecto a Trotsky, pero bastante menos. Necesitada la confirmación de Lenin, y siempre la conseguía.

¿Cómo los compararías a ambos?

Bernhard Reichenbach: Ellos eran dos tipos completamente diferentes de líderes revolucionarios. Eran ambos inusualmente dotados como oradores, aunque no había nada chocante en Lenin, nada impresionante. Pero en la discusión -en un pequeño grupo o en la plataforma en un mitín monstruoso- él era maravillosamente convincente, por la forma que argumentaba, por el tono de su voz, por la lógica secuencia de las afirmaciones con las que alcanzaba su conclusión. Cuando se enfrentaba a opiniones hostiles, su voz solía tomar un tono de incomprensión, como si encontrara imposible de creer que alguien no pudiese entender algo tan obvio - incluso cuando el asunto estaba muy lejos de ser obvio. Zinoviev solía imitar su entonación, pero no provocaba la misma respuesta. Trotsky hablaba con emoción, el atractivo pathos del líder revolucionario -sin llegar a la demagogia- desde Danton hacia adelante. Y por supuesto su posición como fundador y organizador del Ejército Rojo, que acababa de derrotar a Denikin y Kolchak y Kornilov, le hizo ganar la más alta consideración.

¿Qué pensaste de los otros líderes rusos?

Bernhard Reichenbach: Bujarin era un hombre muy complaciente; era fácil hablar con él, y conducía sus argumentaciones de un modo escolar y objetivo. Radek era un polemista brillante, familiarizado con las condiciones y personalidades alemanas; tenía un ingenio chispeante - pensabas que estabas escuchando un número de cabaret de primer nivel.

¿Y Stalin?

Bernhard Reichenbach: Nadie le mencionó. Nunca estuvo allí durante nuestras discusiones. No solo digo que no atendiera a las sesiones todos los seis meses que estuve allí -el ECCI, el tercer congreso, y el congreso fundacional de la Internacional Sindical Roja- quiero decir que ni siquiera nadie le mencionó. Por supuesto, estaba en el círculo íntimo incluso entonces, pero eso lo supe mucho después. Pero era posible en 1921 estar seis meses en Moscú sin conocer de su existencia.

¿Cómo conseguiste noticias sobre lo que esta sucediendo fuera de Rusia?

Bernhard Reichenbach: No había radio, y uno podía conseguir periódicos extranjeros, excepto algunas veces el Rote Fahne -y llegaban muy tarde. Realmente estabamos bastante aislados. Pero los rusos no sentían eso. Por supuesto, había periódicos rusos y de vez en cuando me lo traducían para mí.

¿Estaban los rusos especialmente interesados en Alemania? ¿Pensaban todavía los líderes bolcheviques como el país más importante, o estaban ya decepcionados?

Bernhard Reichenbach: Ambas cosas quizá. El KPD era después de todo el partido más fuerte fuera de Rusia, y las relaciones con Alemania eran buenas.

¿Cómo evaluaban la situación en Europa si no tenían radio ni periódicos?

Bernhard Reichenbach: Oh, estoy seguro de que todos los oficiales conseguían noticias claramente y con rapidez. Por teléfono, a través de la diplomacia, y por correo. No, los rusos no se sentía aislados en ese sentido.

¿Conociste algunos rusos además de la gente del congreso?

Bernhard Reichenbach: Sí. Conocí a familias desde Reval hasta algunas de Moscú. La mayoría eran no-políticas, pero una de ellas, la familia Sundelevich, había tomado parte en la revolución de 1905. Y por supuesto, entonces estaba interesado profesionalmente en el teatro. Conocí a Stanislavsky, y vi maravillosas representaciones del Revisor de Gogol y Los bajos fondos de Gorky. Por supuesto fueron en ruso, pero conocía las traducciones alemanes de memoria -las había aprendido como actor- y así que las disfruté tremendamente. Estuve varias veces también en el teatro yiddish.

¿A quién más conociste en el mundo del teatro?

Bernhard Reichenbach: Llegué a conocer al actor Mikhoels. Era bastante joven entonces, pero ya bastante conocido; y conocí a Alexander Granovsky, el productor, que después emigró a Alemania. Quería entretener a los delegados del congreso, así que organizó dos o tres representaciones de Mysteria Buffa de Mayakovsky, que Granovsky había traducido al alemán; me preguntó si podía ayudarle a organizarlo, y así hice. A Meyerhold -era el más famoso de los productores rusos de la época- le disgustó la puesta en escena de Granovsky. Ambos tuvieron una discusión encarnizada, y Granovsky me llamó para que me uniera a él. Nos quedamos toda la noche, acompañada con grandes cantidades de té y cigarrillos, pero no podía entender ni una palabra porque estaban discutiendo en ruso y no dieron tiempo a que fuera traducido para mí. Al final les pregunté si podría llevarme de vuelta al Lux, porque tenía una reunión por la mañana. El teatro en Moscú estaba muy vivo en aquella época, y en mi opinión, tenía un gran nivel.

Bueno, volvamos a la política. ¿donde fueron tus reuniones de aquella mañana?

Bernhard Reichenbach: Tal como recuerdo, la Ejecutiva siempre se reunía en el Kremlin. Me dieron un pase del Kremlin, y podía ir y volver sin ninguna dificultad. En una ocasión tuve una conversación con Lenin, en su estudio. Si hubiera pedido una entrevista a través de los canales oficiales, para hablar con él sobre los puntos de vista y planes del KAPD, el KPD más que probablemente lo habría saboteado, y quería evitarlo. Estuvieron continuamente postergándolo de un día para el siguiente, así que escribí bastante enfadado una carta a Lenin. Le conté que había estado aquí cuatro semanas, como delegado del KAPD, y que él no se había molestado en escuchar lo que tenía que decir; si no tenía intención de verme, sería mejor que me volviera a Berlin. Dejé esta carta en la sala de espera de Lenin -su secretaria, de gran carácter, Madame Fotieva, palideció y qué pensaría de mi atrevimiento, que desapareció con mi carta. Esperé. No ocurrió nada. Entonces vino Radek; claramente tenía una cita con Lenin. Parecía asombrado al verme allí. Cuando le conté lo que había hecho, se rió. Un cuarto de hora después me dieron una carta, escrita por el propio Lenin; me escribió en alemán, encabezado como -en ruso- RSFSR, Presidente del Consejo de los Comisarios del Pueblo, Moscú, Kremlin, 1921. Aquí está:

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Soeben, 16/5, 1 1/2 Uhr, habe ich Ihren Brief bekommen und gelesen. Ich bedaure in höchsten Masse, dass ich absolut keine Zeit gefunden, um mit Ihnen zu sprechen. Leider war ich während der letzter Wochen so überarbeitet, dass ich fast niemals eine Zusammenkunft arrangieren konnte und dringende Arbeiten, selbst das Lesen der wichtigsten deutschen Dokumente aufschieben musste. Bitte mich zu entschuldigen.

Ich bin auch jetzt in solcher Lage, daher absolut nicht im Stande, positiv zu versprechen, Zusammenkunft in einigen Tagen. Wenn besonders dringend, warum nicht kurze Vorschläge schriftlich machen?

Nochmals bitte um Entschuldigung und zeichne mit kommunistischem Gruss,
Lenin.>>

[Querido camarada Reichenbach,

Acabo ahora -16 de mayo, 13:30 horas- de recibir y leer tu carta. Lamento profundamente que no haya sido realmente capaz de encontrar tiempo para ti. Desafortunadamente, he estado tan sobrecargado de trabajo estos últimas pocas semanas que prácticamente no pedido concertar ninguna entrevista, y he tenido que aplazar con urgencia trabajo, incluso la lectura de importantes documentos alemanes. Por favor disculpame.

Incluso ahora estoy en la misma situación, y por lo tanto realmente no estoy en una posición de hacer un promesa positiva de verte en los días siguientes. Si es particularmente urgente, ¿por qué no dejas tus propuestas brevemente por escrito?

De nuevo pidiéndote tus disculpas con saludos comunistas, Lenin]

Bueno, tenía que estar satisfecho con ello por el tiempo pasado, pero pocos días después una secretaria vino por mí al Lux, muy excitada, y me dijo que debía venir a ver a Lenin. Había un coche esperándome para llevarme al Kremlin.

Cuando le ví no había tenido su primera apoplejía; parecía perfectamente saludable, y muy fuerte. Lo que se dice de él era bastante verdad -sabía escuchar. Cuando le expliqué nuestra posición, señaló el mapa de Rusia en la pared, y dijo que la misma Rusia era demasiado grande, no podía encontrar tiempo para saberlo todo.

Después de todo, ¿no era mucho después de la insurrección de Kronstadt, no?

Bernhard Reichenbach: Sí, y junto a eso estaba el fiasco de la Acción de Marzo en Alemania. Ambos sucesos -que realmente conmovieron al mundo comunista- ocurrieron mientras estaba de camino desde Berlín. La insurrección de Kronstadt había sido aplastada, pero políticamente sus efectos estabán todavía recientes. Los líderes de la Oposición Obrera -Shliapnikov, que había sido Comisario de Trabajo, Lutovinov, un líder sindical, y Alexandra Kollontai, que había sido Comisaria de Bienestar- todos condenaron el levantamiento, pero lo atribuyeron al desarrollo de la dictadura del estado y la maquinaria económica. Bueno, en comparación con lo que estuvimos acostumbrados con Stalin, Mussolini y Hitler, lo que ocurrió entonces parece suave ahora, pero el número de arrestos se elevó, y la a Oposición Obrera le fue prohibida participar en ninguna actividad.

¿Conociste a alguna de estas personas?

Bernhard Reichenbach: Sí, lo hice. Después de haber estado en Moscú unos pocos días, Trotsky hizo un desfile de las tropas que habían regresado de su victoria en Kronstadt. Hubo una plataforma en el lugar donde actualmente se encuentra el mausoleo, y Trotsky estaba allí en uniforme, saludando con su mano. Él estaba rodeado por los grandes jefes del partido y los líderes del Comintern. Me pidieron poco antes -como a muchos otros- decir unas palabras de agradecimiento a los soldados. No había tenido entonces mucha relación con los camaradas rusos, y conocía muy poco del contexto de la revuelta, pero estaba reacio de aceptar la versión oficial de los marineros engañados por los guardias blancos. Así que, afortunadamente, lo rechacé.

¿Discutió la Ejecutiva del Comintern sobre Kronstadt?

Bernard Reichenbach: No, ni una palabra, pero nosotros lo hicimos en el Lux. Los seguidores de la Oposición Obrera confiaban en mí, y mi habitación se convirtió en un lugar de reunión. Gran parte de los camaradas rusos hablaban alemán -buena parte de los trabajadores del Comitern era de las areas germanoparlantes del Báltico. Shliapnikov y Lutovinov me evitaron, pero hice varias visitas a Madame Kollontai. Pero la Ejecutiva gastó una gran cantidad de tiempo sobre la Acción de Marzo, la cual significó una ruptura completa con la política que el KPD había estado siguiendo. La acción había sido tomada parcialmente en respuesta de las presiones de Bela Kun, que había sido mandado a Alemania por el "pequeño comité" de la Ejecutiva -consistía de Zinoviev, Bujarin y Radek. Paul Levi -el líder del KPD que condenó la acción y criticó severamente a Bela Kun- fue expulsado, pero tenía muchos apoyos en el comité central alemán, y ellos como otros del otro lado vinieron de prisa a Moscú. El debaté llegó hasta el congreso igualmente. Estaba compartiendo una habitación por entonces con Kuusinen y cuando volvimos todavía seguíamos discutiendo sobre el asunto. Criticaba la forma de la Ejecutiva había cambiado su posición de un día para otro, y estaba particularmente enfadado con la manera de que Zinoviev y Radek había responsabilizado enteramente a los alemanes, como si los rusos no tuvieran nada que ver con ello. Kuusinen me dió una lección de lo que él llamo dialéctica -su charla estaba llena de "por un lado pero por el otro", de "contradicciones" y de sus "superaciones", y al final parecía que la Ejecutiva no había cambiado su opinión.

¿Cuál fue la opinión de Lenin sobre esto?

Bernard Reichenbach: Me dijeron que al principio había aprobado la misión de Bela Kun, pero después del suceso cambio de opinión, principalmente bajo la influencia de Klara Zetkin; ella había sido amiga de Lenin desde la conferencia de Zimmerwald en 1916. Después tuve una larga conversación con él. Le conté que el KPD había sido forzado a usar una situación revolucionaria para un putsch, porque hasta entonces habían estado actuando bajo la vieja línea reformista, poniendo freno a los desarrollos revolucionarios. Y entonces de repente cambio de cara -intentando usar a los sindicatos como instrumentos de la revolución proletaria. Lenin escuchó pacientemente, entonces dijo que era imposible moverse sin los sindicatos. Esta vez de nuevo se giró hacia el mapa de la pared, y dijo sonriendo "Por supuesto, no puedo estar informado sobre todo lo que pasa en mi propio país. El último documento sobre la situación alemana que estudié fue la carta abierta de Radek a los trabajadores alemanes, en enero. ¿Has hablado con Trotsky sobre esto?". Dije que lo hice. "¿Y que dijo Trotsky?". "Él no aceptaría mis argumentos". "Bueno, espero que esté en lo correcto". Dije que entendía perfectamente que él -Lenin- no tuviera tiempo para examinar cada cuestión él mismo, pero si él confiaba en cualquiera que le estuviera asesorando por entonces, y permitía usar su nombre como escudo para las posiciones de otros, la gente pensaría que la desición era suya, y en este caso el solo podría perjudicar a los trabajadores comunistas.

Así que, en relación al movimiento obrero en Europa, ¿Lenin confiaba en Trotsky y Radek?

Bernhard Reichenbach: Sí, en Radek en particular para Alemania. Poco después de esa conversación, Alexandra Kollontai vino a verme a mí y a Alexander Schwab, ella dijo que iba a oponerse a Lenin en el congreso, donde él iba a presentar un informe sobre la NEP. Para ella, la NEP era una traición a la revolución. Ella pensaba que podría ser arrestada, así que nos dio un manuscrito -era su informe del programa de la Oposición Obrera. ¿Podríamos mantenerlo a salvo? Dijimos que podríamos, y como teníamos un mensajero marchándose a Berlín en un día o dos, le dimos a él el manuscrito.

Lenin presentó su informe el 5 de julio. El aplauso fue tremendo, y aunque Zinoviev como presidente llamo para tomar la palabra, nadie quiso decir nada. Nosotros los del KAPD -no teníanos voto- queríamos que otros hablaran primero, pero como nadie lo hizo, Schwab se levantó para hablar. Él conocía las dificultades a las que se enfrentaba el gobierno soviético, que le forzaron a hacer ciertas concesiones, internas o externas, y entonces advirtió sobre la reivindicación soviética de ser el centro dominante de la revolución mundial. Eso llevaría, dijo, a que el movimiento se convertiría en un instrumento de los intereses inmediatos de Rusia, mientras los intereses del proletariado de los países industrializados de Europa serían forzados a permanecer en un sengundo plano. Se refirió a una entrevista que Krasin, el Comisario de Comercio Extranjero, había dado en Berlín, en el que había dicho que una huelga que estaba siendo preparada en aquel momento interfería con los envíos a Rusia. Si los trabajadores de los países capitalistas se les decía que no se pusieran en huelga porque Rusia necesitaba las máquinas que estaban construyendo, el movimiento obrero de aquellos países estaría mutilado.

¿Y cuál fue la reacción?

Bernhard Reichenbach: Bueno, Schwab recibió un pequeño aplauso -de nuestros delegados del KAPD, de la oposición en el partido holandés, de algunos sindicalistas de los IWW, que estaban allí como invitados. Pero Radek habló y hizó reír y aplaudir a la audiencia. Entonces Kollontai fue a hablar. Era bastante dramático. Ella estaba obviamente muy emocionada. Detrás de ella se sentaban Lenin, Trotsky, Zinoviev, Bujarin, Kamenev, Rykov, Radek (¡y simplemente piensa lo que les pasó a ellos!). Lenin estaba tomando notas. Trotsky estaba sentado inmóvil, los otros estaban susurrándose unos a otros y sonrriendo detrás suya -pero pudimos verlo. Ella habló en alemán -bueno, no tengo que hablarte sobre su discurso, está grabado- y entonces ella misma lo tradució, primero al francés, después al ruso - quizás ella no confiaba en el intérprete.

¿Y no le ocurrió nada, aunque apelase por un grupo de oposición en el partido?

Bernhard Reichenbach: No, nada. Trotsky le tendió la mano y ella la aceptó y se sometió a la disciplina del partido -pero todo eso ocurrió entre bastidores. Un día o dos después me pidió que le devolviera el manuscrito. Dije que haría lo que me pedía -estaba bastante seguro en Berlín. Cuando regresé a Berlín en agosto recibí un panfleto: Alexandra Kollontai, La oposición obrera en Rusia. El KAPD, cuando supo de su retractación, había traducido el manuscrito al alemán y lo publicó.

¿Y qué hiciste?

Bernhard Reichebach: Cuando nuestra delegación hizo su informe, el KAPD salió de la Internacional Comunista.

sábado, 13 de septiembre de 2008

El comunismo en Francia (Henri Simon)




El comunismo en Francia: Socialisme ou Barbarie, ICO y Echanges, 1958-1998 (1998)

Henri Simon


La escisión de Socialisme ou Barbarie en 1958 fue sobre la organización. Después del golpe de Estado de De Gaulle en mayo de 1958, hubo un afluencia de miembros en Socialisme ou Barbarie. Eran principalmente estudiantes en lucha contra la guerra de Argelia debido al llamamiento a filas. El número de miembros pasó de repente de menos de 20 a más de 100. Los problemas organizativos que habían sido discutidos anteriormente casi constantemente se convirtieron en un problema práctico y no simplemente una especulación teórica en un pequeño círculo. Este problema fue estrechamente conectado a un análisis político con dos posiciones contradictorias (esta oposición nunca apareció publicada en la revista, pero pudo ser vista en los boletines internos): por un lado una mayoría siguió, por un periodo corto, a Chalieu (Cornelius Castoriadis) que preveía un revuelta de trabajadores contra el "fascismo" de De Gaulle; por otro lado la minoría decía que De Gaulle estaba ahí para solucionar los problemas del capitalismo francés y acabar la guerra de Argelia.

Dos meses después, Chaulieu adoptó esta posición pero, de camino consiguió echar a la minoría del grupo usando el ejército de los nuevos miembros que querían "luchar" para construir una nueva organización de estructuras tradicionales, pensando que, como mínimo sería la base para un nuevo desarrollo del grupo. Podemos ver que el análisis "equivocado" manipulando la "masa" era entonces allanar el camino hacia el partido. Las dos estructuras propuestas no fueron compatibles:

-la mayoría siguiendo a Chaulieu quería crear células que se reunirían de tiempo en tiempo en una asamblea general para definir la política del grupo y para elegir un comité político que tendría la función de poner en práctica la política adoptada.

Los miembros habrían tenido que defender la posición de la mayoría en público y seguirla aunque estuvieran en desacuerdo. Los desacuerdos tendrían que ser contenidos dentro de todo el grupo o en las células.

-La minoría quería promover células autónomas de trabajadores donde todos los problemas sería discutidos, incluso la línea general discutida en las asambleas generales. Todos podrían expresar sus propias ideas en cualquier momento y a través de cualquier medio. Debería decirse que ni la mayoría ni la minoría seguían lo que estaban buscando sobre el papel.

Socialisme ou Barbarie tuvo una vigorosa subida al final de la guerra de Argelia (1962) y entonces empezó un lento declive. Este declive empezó después de la escición de Pouvier Ouvrier, cuando Chaulieu abiertamente abandonó el marxismo, y el grupo desapareció en 1967 después de una declaración política totalmente equivocada sobre la imposibilidad de un movimiento general en Francia.

El ILO[1] fue formado con los miembros que había sido obligados a dejar Socialisme ou Barbarie (principalmente estudiantes e intelectuales). A fin de seguir sus ideas, organizaron encuentros regulares con trabajadores que tenían una práctica militante extra-sindicalista en su centro de trabajo. Inicialmente estos encuentros fueron llamados el "Comité Inter-factorial". Poco a poco estos encuentros se hicieron más importantes que los encuentros del ILO y en 1962 el grupo ILO desapareció y el otro comité fue transformado en el ICO[2]. La estructura del ICO fue una estructura práctica antes que una estructura política o teórica. En cierto modo era lo que ILO soñaba con realizar cuendo se separó de Socialisme ou Barbarie: la mayoría de los participantes de los encuentros regulares militantes de los grupos informales de fábrica. La prensa del ICO informaba de la situación y las luchas de cada fábrica de acuerdo al informe de los encuentros regulares y hubo un tipo de consenso alrededor de la actividad autónoma antes que una declaración política. Los participantes eran de distinto origen, anarquistas, marxistas, militantes no-alineados, pero vinculados con un fuerte sentimiento sobre la lucha de clases. El interés en otras lucha en Francias y en el extranjero desarrollaron con más contactos, y de tiempo a tiempo en discusiones más generales, pero el grupo, aunque en lento crecimiento, se mantuvo pequeño hasta 1968. En 1968 muchas personas, de nuevo principalmente estudiantes, empezaron a conectar con el ICO. El ICO se convirtió en una especie de federación de pequeños grupos diseminados por todo el país. Durante la quincena de la huelga general de mayo, todos estuvieron fuertemente involucrados en la lucha en su lugar de trabajo y todos estuvieron de acuerdo en no actuar como un grupo "organizando a los trabajadores" sino a alentar la autonomía en cualquier lugar que estuvieran.

Después de 1968, el carácter del ICO había cambiado completamente. El grupo se había convertido más una organización política con quizás varios cientos participantes activos. Los trabajadores estuvieron en minoría y votaron con su marcha en cuanto las discusiones se estuvieron moviendo muy lejos de sus luchas. Diversas tendencias estaban luchando para liderar a ICO hacia una orientación específica y después de cuatro años se rompió en diferentes pedazos.

Uno de esos pedazos fue Echanges[3]. Era de nuevo diferente de lo que habíamos visto anteriormente. Echanges fue construido par intentar mantener los vínculos internacionales creados durante el periodo anterior en diversos países europeos (principalmente a través de encuentros internacionales). Esta fue la razón por la que desde el principio Echanges tuvo una edición en inglés y estuvo basado más en Inglaterra que en Francia, y más en individuos en cada país conectados con un círculo informal de colaboradores.

Ahora después de más de veinte años Echanges está más centrado en Francia, con un pequeño grupo reuniéndose regularmente para discutir política en general, luchas y el contenido del boletín. Hace dos años, con la propuesta de un camarada americano empezamos un pequeño boletín de noticias que aparece cada dos meses, con una tirada de más de 3000 copias. Es distribuido gratuitamente y parece el comienzo de una nueva base de relaciones de nuevo por todo el país. La experiencia de los últimos veinte años nos ha enseñado prácticamente lo que algunas discusiones teóricas habían puesto sobre la mesa: no hay ningún lugar para el tipo de organización tradicional que tantos están aún buscando. De momento la "organización" es más un tipo de red en la que todos, o algunos grupos cercanos, definen en cualquier momento su participación en una lucha o en una actividad de publicación y la conexión entre los otros haciendo la misma cosa. No pensamos o no sabemos si será algo permanente y si aparecerá algo más. Pensamos que en esta cuestión importante, tenemos que continuar (sabiendo exactamente que no queremos como trabajadores), pero no preceder, para aprender y decir lo que hemos comprendido y no enseñar.



Notas:

1. Informations et Liaisons Ouvrières.

2. Informations et Correspondances Ouvrières.

3. Échanges et mouvement.


La doble tragedia del Che Guevara ( Raya Dunayevskaya)



La doble tragedia del Che Guevara (1967)

Raya Dunayevskaya


Che Guevara ha entrado en el rango de los mártires inmortales. Lo que hace único su martirio es que prefirió no seguir siendo parte del nuevo poder estatal, aunque había sido uno de los líderes de la exitosa revolución en Cuba. Dejó su cargo como ministro de economía y se embarcó de nuevo en los dificultades de la lucha de guerrillas en otro país, Bolivia.

La muerte del Che en Bolivia a manos de los rangers bolivianos entrenados y dirigidos por los EEUU fue un caso claro de asesinato. Había sido herido y cercado por una fuerza de 180 hombres, armados con rifles automáticos. Estaba vivo. Desde Quebrado del Yuro, donde había sido derrotado, fue trasportado a cinco millas en una camilla hasta la ciudad de La Higuera. Allí la junta militar boliviana fue preguntada que hacer con él. Seguros del apoyo americano, ordenaron su fusilamiento.

Aunque en Bolivia no exite oficialmente pena de muerte, Che fue ejecutado a las dos horas de llegar a La Higuera. Siete agujeros de bala eran claramente visibles, incluyendo uno a través del corazón, administrado después de hacerle prisionero. Sus dedos fueron entonces cortados para identificar sus duellas dactilares, enviadas al ejército boliviano por la junta argentina. Su cuerpo, atadi a un helicóptero, fue entonces llevado a Valle Grande y llevado a un hospital católico donde su cuerpo fue expuesto en exhibición pública.

Tan temeroso estaba el ejército boliviano de incluso el cuerpo muerto de Guevara que, aunque va en contra de toda costumbre en la católica Bolivia, su cuerpo fue no obstante incinerado. Incluso eso no acabó con el macabro ritual. Como si eso fuera a evitar al Che convertirse un faro para todas las luchas latinoamericanas por la libertad contra sus propias oligarquías y el imperialismo de los EEUU, entonces esparcieron sus cenizas al viento[1].

Cuando llegue el momento oportuno

En vano son todos estos desesperados intentos para borrar la memoria del mártir revolucionario. Vana ilusión es la idea que, con su muerte, la rebelión contra el régimen explotador había acabado. Bolivia ha más que doblado su presupuesto militar durante la tiranía de Barrientos[2]. En vista del hecho que Bolivia no está en guerra con nadie -esto es, ningún enemigo fuera, grande o pequeño- está claro que el 17% del presupuesto nacional gastado en "defensa" es gastado en armas para luchar contra sus propias masas. Cuando llegue el momento oportuno, el asesinato a sangre fría del Che será vengado por las masas bolivianas que pondrán final a su regimen oligarca.

Las masas bolivianas había tenido éxito con anterioridad en deshacerse a sí mismas de una junta militar poco antes del final de la guerra mundial. Pero también comprobaron que insuficiente triunfar "en casa" a menos que también rompan el férreo grillete del imperialismo de los EEUU sobra la economía del país. Esto es lo que la lucha del Che ha puesto en relieve.

Para preparse a sí mismos para la lucha monte arriba en dos frentes se hace necesario tambien tener un cabeza despejada, es decir, una teoría revolucionaria, completamente integrada con la auto-actividad de las masas. Es por esta razón que no debemos cegarnos a la doble tragedia de la muerte de Guevara. Valientemente vivió y valientemente murió, pero no hizo en Bolivia lo que había hecho en Cuba: relacionarse él mismo con las masas.

Revolución social y guerra de guerrillas

El aislamiento de Guevara del movimiento de masas surgió de cierto concepto de la guerra de guerrillas como un sustituto de la revolución social. La impaciencia con las masas que no respondieron al llamamiento de los líderes guerrilleros, el desdén por la ciudad, que Castro había llamado "un cementerio para los revolucionarios y los recursos", el desdén por la teoría -todo se suma a aislar a Guevara de las masas bolivianas en el momento que decidió que había llegado el momento oportuno. Su trágica muerte hace imprescindible que estos hechos se generalicen porque no hay otra forma para arrancar de raíz la opresión de una vez por todas.

El mismo Che admitió, al trazar el desarrollo de la revolución cubana, que "los hombres que llegaron a la Habana después de dos años de ardua lucha en las montañas y los valles...no eran los mismos hombres, ideológicamente, que los que llegaron a las playas de Las Coloradas...Su desconfianza hacia el campesino ha sido convertida en afecto y respeto hacia sus virtudes; su total ignorancia de la vida del campo ha sido transformada en un conocimiento de la necesidad de nuestros guajiros: sus flirteos con la estadística y con la teoría han sido completados por el cemento que es la práctica".

Sin embargo, la teoría y práctica de la guerra de guerrillas como si fuera el único camino hacia la revolución llevaron a Guevara a desdeñar otras formas de lucha de clases -desde una simple huelga a la huelga general, desde luchas políticas hasta desarrollo teórico, incluyendo la separación del verdadero marxismo por parte de las perversiones comunistas.

Porque Guevara no pudo separar la una de la otra, se impacientó y buscó atajos a la revolución. Ya él mismo lo hizo, en ciertos periodos críticos, comprendiendo que solo cuando la clase obrera y los campesinos están unidos, "el primer paso hacia la definitiva liberación ha sido dado".

Espontaneidad y teoría

Esto es lo que los guerrilleros olvidan cuando se impacientan y desean sustituir ellos mismos a las masas. En estos momentos, Guevara negó la afirmación de Lenin: "Sin una teoría revolucionaria, no hay movimiento revoluconario"[3]. Incluso sostuvo que "incluso si la teoría no es conocida, la revolución puede tener éxito si la realidad histórica es interpretada correctamente y si las fuerzas envueltas en ella son utilizadas correctamente[4]".

Pero no es una cuestión de "utilizar" a las fuerzas. Un revolucionario que aprecie el renacimiento fundamental de las masas aprende de ellas porque las ve como razón, no solo una fuerza y energía de masa. El error fatal en el concepto de la guerra de guerrillas, tanto si es el concepto de Guevara o el de Mao o el de Giap[5], es que es tomado como si fuera el equivalente a la revolución social.

Es imposible, sin embargo, crear revoluciones desde arriba. Ellas surgen de la espontánea, creativa auto-actividad de las masas. Los teóricos que aprendan estos se preparan para la revolución.

Pero alcanzar una nueva relación de la lucha de guerrillas con la revolución social, de la teoría con la práctica, de la lucha de clases de los trabajadores industriales con los trabajadores agrícolas continúa siendo la tarea pendiente. De este modo sola la muerte del Che Guevara se convertirá en un movimiento hacia una revolución que abola el decadente capitalismo y cree una totalmente nueva, fundación humanista por la vida y el trabajo y el pensamiento - una nueva sociedad.


Notas:

1. Contrario a la información de la época, fue luego sabido que el cuerpo del Che fue enterrado en una tumba secreta.

2. General Rene Ortuno Barrientos se hizó con el control de Bolivia en un golpe de Estado en 1964, y gobernó el país a través de una dictadura opresiva hasta su muerte en 1969.

3. Esta frase es de la obra de Lenin ¿Qué hacer? (1903)

4. Esta afirmación es de la obra del Che Notas para el estudio de la revolución cubana (1961)

5. Vo Nguyen Giap (nacido en 1912), militar vietnamita y líder político que lideró la guerra de guerrillas contra los franceses y después contra los EEUU