jueves, 18 de junio de 2009

La leyenda de Marx o "Engels el fundador" (Maximilien Rubel)




La leyenda de Marx o "Engels el fundador"


Maximilien Rubel

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Nota del autor

En mayo de 1970, con ocasión del 150 aniversario del nacimiento de Friedrich Engels, el pueblo de Wuppertal organizó una conferencia científica internacional. Se reunieron en ella 50 especialistas de más de diez países europeos, así como de Israel y Estados Unidos. Se entregaron a la tarea de valorar la investigación moderna del personaje que, junto con su amigo Karl Marx, es considerado uno de los fundadores del “Marxismo”. Invitado a participar en esta conferencia, traté de remitir como texto para la discusión una serie de tesis críticas centradas en la responsabilidad de Engels para la fundamentación de la ideología dominante del siglo XX, el ‘Marxismo’. Me pareció normal y urgente compartir mis reservas críticas, en el contexto de una reunión más “científica” que conmemorativa, ante un público informado de los problemas de la evolución de las ideas en relación con los sucesos y movimientos insurgentes que han marcado al siglo XX. Por tanto, presenté a los organizadores un documento de ocho puntos, escrito en alemán, que había titulado “Gesichtspunkte sum thema ‘Engels als Begründer’”.

Para mi sorpresa, a mi llegada a Wuppertal, fui recibido por los funcionarios organizadores de la conferencia, quienes me informaron que se encontraban en un predicamento: mis colegas soviéticos y de Alemania Oriental, que se habían sentido ofendidos personalmente al leer mis “Puntos de vista”, estaban amenazando con abandonar la conferencia ¡si mi contribución no era retirada del debate! Después de laboriosas negociaciones llegamos a un acuerdo sobre una fórmula que al parecer calmaría la irritación de estos representantes “científicos” de los países “socialistas”: los textos no serían leídos desde la plataforma, sino meramente comentados y discutidos. Sería tentador referir los detalles del debate si las objeciones hubieran ameritado el calificativo de “científicas”, y si el comportamiento de ciertos participantes no se hubiera traducido en una negativa clara a entrar en una discusión que amenazaba con poner en tela de juicio el alcance de las posiciones del “marxismo-leninismo”. Al mismo tiempo, esta negativa obstinada si no insultante, fue suficiente para confirmar a los ojos del observador imparcial la crítica fundamental que puede hacerse de este concepto de “Marxismo”, el uso erróneo del cual era precisamente lo que denunciaba en mis “Puntos de vista”.

El epílogo de esta conferencia fue hacer destacar la sólida fundamentación de una crítica que, en la forma de una simple reflexión semántica, de hecho representaba una defensa de la teoría social de Marx en oposición a la mitología marxista. Como se desenvolvieron las cosas, los organizadores no tuvieron miedo de evitar las reglas elementales de la política editorial respetada generalmente en las democracias “burguesas”: el texto (remitido a solicitud de los funcionarios) no fue incluido en el volumen de las contribuciones coleccionadas que fueron remitidas antes de la conferencia.

Presentamos aquí una traducción del texto rechazado por la conferencia de Wuppertal, con algunos comentarios aclaratorios.


Puntos de vista sobre el tema de “Engels el Fundador”

Para el triunfo final de las ideas expuestas en el Manifiesto, Marx confió solamente en el desarrollo intelectual de la clase obrera, como necesariamente tenía que acontecer de la acción y la discusión unidas.

F. Engels, Prefacio a la edición alemana, de 1890, del Manifiesto comunista


I

El marxismo no entró al mundo como producto auténtico de la manera de pensar de Karl Marx, sino que fue concebido en la mente de Friedrich Engels. En la medida en que el término ‘marxismo’ encubre un concepto racional, no es Marx sino Engels quien lleva la responsabilidad, y si hoy el argumento de Marx retiene la prioridad, está relacionado principalmente con problemas para los cuales Engels no encontró más que una solución parcial, o de los cuales no se ocupó. Por tanto, si es que se pueden resolver estos problemas, sólo podrá hacerse con la ayuda del propio Marx. Esto no significa de ningún modo que deba excluirse a Engels de la discusión, sino que es legítimo poner en tela de juicio la medida en que él debe tomarse en cuenta en cualesquiera tratos con los escritos de Marx que escaparon a su atención. En términos más generales la interrogante puede formularse así: ¿cuáles son los límites de la competencia de Engels en su papel como el incuestionable ejecutor del legado intelectual de Marx, al cual seguimos recurriendo para dilucidar los problemas materiales y éticos de nuestro tiempo?


II

Esta interrogación debe examinar un problema central: el de la relación intelectual entre Marx y Engels, “fundadores” de una colección de conceptos ideológicos y políticos agrupados artificialmente bajo el nombre de ‘marxismo’. El hecho de que deba hacerse esta pregunta revela un fenómeno característico de nuestra época, que podría llamarse ahora “el mito del siglo XX”. Debiéramos recordar que los “fundadores” evocaron en ocasiones la interpretación mitológica para poner de relieve el carácter peculiar de su amistad y colaboración intelectual. Marx no lo hacía con ironía cuando invocaba el ejemplo de los “Dioscuros” o el de Orestes y Pílades, mientras Engels se mofaba del rumor según el cual “Ahriman-Marx” había guiado al descarriado “Ormuzd-Engels”. Hay igualmente una tendencia opuesta, con esfuerzos cada vez más crecientes de oponer Marx a Engels: el primero sería el ‘verdadero’ fundador, y el segundo quedaría reducido al rango de mero ‘pseudo-dialéctico’.


III

Cualquier investigación en la relación entre Marx y Engels está destinada de antemano a fracasar si no se empieza por hacer a un lado la leyenda de la ‘fundación’ y no se toma como punto de partida metodológico la aporía del concepto de Marxismo. Se le acredita a Karl Korsch, que hace veinte años, en el umbral de una revisión radical de sus posiciones intelectuales, el haber intentado realizar una crítica del marxismo que equivalía a una declaración de guerra. Sin embargo, Korsch sencillamente no se atrevió a cometer el acto de eliminar el concepto de Marxismo y sus residuos mitológicos. Lejos de eso, trató de remontar esta dificultad usando artificios lingüísticos destinados a conservar y salvar los “elementos importantes de la doctrina Marxista” con miras a la “reconstrucción de una teoría y una práctica revolucionarias”. En sus “Ten Theses on Marxism Today” (“Diez tesis sobre el marxismo actual”) Korsch pasa indiscriminadamente de hablar de la “enseñanza de Marx y de Engels” a la “doctrina Marxista”, o a la “doctrina de Marx”, o al “Marxismo”, y así sucesivamente6. En la quinta tesis, relativa al asunto de los precursores, fundadores y continuadores del movimiento socialista, Korsch llega incluso a omitir el nombre de Engel, ¡el alter ego de Marx! Sin embargo, no andaba lejos de la verdad cuando escribió:

“Hoy, todos los intentos por re-establecer la doctrina Marxista en su conjunto y en su función original de teoría de la revolución social de las clases trabajadoras son utopías reaccionarias”.

Korsch bien pudo haber hablado, y con más exactitud, de las “absurdas mitologías” en lugar de “utopías reaccionarias”.


IV

En vista de la imposibilidad de definir racionalmente el significado del concepto de Marxismo, parece lógico abandonar la palabra misma, no importa cuán común y universalmente sea empleada. Este término, degradado hasta el punto de ser una consigna mistificadora, llevó desde su nacimiento el estigma del oscurantismo. Marx se esforzó por deshacer esto cuando, en los últimos años de su vida, su reputación había roto el muro de silencio erigido en torno de su obra, y efectuó esta declaración categórica: “ce qu’il y a de certain c’est que moi, je ne suis pas Marxiste” (“lo cierto es que yo no soy marxista”). Por revelador que sea, el hecho de que Engels haya legado esta advertencia a la posteridad no lo releva de la responsabilidad de haber caído en la tentación de prestar el sello de su autoridad a este término injustificable. Bajo la carga de ser el guardián y el perpetuador de una teoría, en cuya elaboración admitió no haber contribuido sino en modesta parte8, y glorificando el nombre de Marx en un intento por reparar el daño, Engels inadvertidamente promovió la génesis de una superstición, cuyas consecuencias negativas él no pudo haber conocido. Hoy, a sesenta años de su muerte, sus esfuerzos son perfectamente claros. Cuando Engel decidió apropiarse los términos ‘marxista’ y ‘marxismo’ de sus adversarios para cambiar un nombre hostil en un nombre de honor, muy difícilmente pudo haber esperado que, mediante este gesto de desafío (¿o de resignación?), se habría convertido en el padrino de una mitología destinada a dominar el siglo XX.


V

Se puede seguir el rastro de la génesis del mito marxista hasta los conflictos dentro de la Internacional. La necesidad de arrojar el abuso al oponente y sus partidistas hizo a los “anti-autoritarios”, con Bakunin a la cabeza, lo suficientemente inventivos como para crear términos tales como ‘marxitas’, ‘marxistas’ y ‘marxismo’. Poco a poco en los discípulos de Marx en Francia se fue desarrollando el hábito de aceptar estas denominaciones que ellos no había creado y que los destinaron a ser distinguidos de las otras facciones socialistas, de modo que finalmente estos términos se volvieron etiquetas políticas e ideológicas. De ahí en adelante sólo la autoridad de Engels fue necesaria para sancionar el uso de estos términos, cuya ambigüedad tal vez no era evidente para quienes los usaban. Engels fue hostil a su uso desde el principio; sabía mejor que nadie que corría el riesgo de corromper la significación profunda de una enseñanza que se debía haber considerado la expresión teórica de un movimiento social y de ninguna manera una doctrina inventada por un individuo para beneficio de una élite intelectual. Su resistencia no menguó hasta que, en 1889, el disenso entre, por un lado los ‘posibilistas’, los ‘blanquistas’ y los ‘broussistas’, y por el otro los ‘colectivistas’ y los ‘guesdistes’ amenazaron con causar una ruptura en el movimiento en Francia, amenazaron con causar una ruptura en el movimiento en Francia, a resultas de la cual cada facción decidiría organizar su propio Congreso Internacional de Trabajadores. Es obvio el predicamento de Engels; él trató de evitar el peligro de confusión y de corrupción verbal e ideológica usando comas invertidas para hablar de “Marxistas” y de “Marxismo”, y aludiendo a “los llamados Marxistas”. Cuando Paul Lafargue expresó su aprehensión al ver que su grupo pasaba por una “facción” entre los demás del Movimiento de los Trabajadores, Engels replicó que “nosotros nunca los hemos llamado a ustedes de otro modo que ‘los llamados Marxistas’ y yo no sé de que obra manera llamarles. Si tienen ustedes otro nombre tan breve, dígannoslo y nosotros los llamaremos así cumplidamente y con placer”.


VI

Si Nietzsche publicó Ecce Homo por temor a que un día sus discípulos lo canonizaran por algo que él no deseaba, la misma precaución no pareció necesaria en el caso de Marx, aunque el no había escrito ni publicado más que un fragmento de su obra proyectada. Sin embargo, el material impreso y el no publicado que había heredado a la posteridad equivalía a una prohibición formal y rigurosa en contra de ligar su nombre a la causa por la que él había luchado, y a una enseñanza que, como él creía, le había sido encargada por la masa anónima del proletariado moderno. Si Engels hubiera respetado esta prohibición como albacea de Marx, y hubiera aplicado su veto al abusivo término, el escándalo universal del ‘marxismo’ nunca habría visto la luz del día, pero Engels cometió el imperdonable error de apoyar este abuso, y adquirió así el dudoso honor de ser el primer ‘Marxista’. Es tentador ver como castigo del destino que, creyéndose heredero, en realidad fue el fundador—aunque involuntariamente—del ‘Marxismo’. La “ironía de la historia” a la que Engels le gustaba invocar le había puesto una cruel trampa. Fue así como se convirtió en profeta a pesar de sí mismo cuando al cumplir setenta años pronunció las compungidas palabras “Mi destino dispuso que yo cosechara el honor y la gloria sembrada por un hombre más grande que yo, Karl Marx”. En su 150 aniversario debemos reconocer en Engels el discutible mérito y el más dudoso título de ‘fundador del Marxismo’.

VII

En la historia del marxismo y el culto a Marx, Engels está en primer plano. Estamos familiarizados con los aspectos humano y cuasi-religioso de su amistad, lo cual no exige análisis particular. Por otro lado, lo que necesita ser examinado íntegramente es el efecto de la amistad tanto sobre el propio Marx como sobre sus epígonos y sus discípulos distantes. Siempre listo para actuar como pionero de las teorías de Marx, Engels expresó muchas ideas que Marx no pudo, desde luego, aceptar sin crítica; el silencio de Marx puede explicarse por el deseo de respetar escrupulosamente la solidaridad que tenía para con su amigo. No podemos confirmar el grado en que debió identificarse con todo lo que Engels dijo o escribió, pero este es problema secundario, considerando su admiración reconocida por las dotes intelectuales de su amigo: después de todo, él se consideró a sí mismo discípulo de Engels11. Eso que Marx no se permitió a sí mismo se ha vuelto hoy un deber estricto: debemos romper el encanto fascinador de esta leyenda y determinar el lugar de la obra de Engels en el desarrollo de la herencia intelectual del socialismo, en relación con el destino del movimiento de los trabajadores.

VIII

Solo entendiendo que Engels tuvo las facultades de un fundador podrá uno captar las razones que tuvo para cumplir con los deberes de editor y perpetuador de los manuscritos de Marx de modo tal que, hoy más que nunca, demanda cierta crítica12. Los escritos de Marx a los que Engels no hizo caso (entre otros los trabajos preliminares de su tesis doctoral, el manuscrito anti-hegeliano de Kreuznach, los bosquejos económico-filosóficos de París y de Bruselas, los Manuscritos Económicos de 1857-1858 (The Grundrisse), los numerosos cuadernos y la correspondencia con terceras partes) no sólo colocan al investigador y al especialista ante problemas de interpretación completamente nuevos; también erigieron nuevas categorías y crearon nuevas generaciones de lectores que no quedaron satisfechos con la fraseología estereotipada de los Marxistas profesionales. El imperativo real es el de entender un mundo y vivir y actuar en una época en que la ideología, mecanización y manipulación de la conciencia son aliados de la violencia pura, para cambiar el mundo en un valle de lágrimas.

§

Las tesis esbozadas aquí constituyen la introducción a un debate cuyo tema esencial debe ser el problema del Marxismo como la mitología de nuestra era. La cuestión de la medida en que puede hacerse responsable a Engels de la génesis de esta superstición universal es secundaria en el grado en que podemos afirmar, si reconocemos la enseñanza de Marx ‘el materialista, que las ideologías—entre las cuales debe colocarse el marxismo y sus variantes—no caen del cielo, sino que están enlazadas esencialmente a los intereses de clase que son al mismo tiempo los intereses del poder. Basta para reconocer en Engels al heredero legítimo del pensamiento de Marx denunciar en su nombre y en su honor, el ‘Marxismo’ establecido como una escuela de confusión y caminos descarriados para nuestra edad de hierro.

martes, 17 de marzo de 2009

Composición de clase (Kolinko)



Composición de clase (2001)

Kolinko*


Introducción

Composición de clase es una noción central en nuestra búsqueda de la posibilidad de la revolución. Estamos buscando una fuerza que sea capaz de cambiar la sociedad de arriba a abajo. Creemos correcto afirmar que sólo los explotados son capaces de derrocar la explotación, pero ¿cómo toma lugar este proceso actualmente? Nuestras experiencias son totalmente diferentes a las nociones del marxismo-leninismo: ni es la “clase obrera” una unidad ni vemos la posibilidad que un partido pueda abolir las divisiones y dar un rumbo revolucionario a las luchas. El concepto y el análisis de composición de clase puede ayudarnos a entender qué determina a las luchas obreras y como se pueden transformar en un movimiento de clase y como podemos jugar un rol activo en este proceso. El estudio de la composición de clase puede por lo tanto ser el punto de partida para una profunda discusión sobre nuestro rol como revolucionarios y nuestras estrategias políticas: ¿dónde está lo que une a la red de trabajadores de CRO en Bolonia, las encuestas con trabajadores de Kolinko en la región del Ruhr, las intervenciones en Brighton, el proyecto de periódico en Folkmakt, etc? ¿sobre qué cuestiones tenemos diferentes valoraciones políticas y qué posibilidades existen de fomentar la cooperación?

Queremos empezar con algunas breves nociones sobre relación entre práctica política y la noción de clase.


1-La noción del rol de los revolucionarios tiene su base en una específica noción de clase y en una específica relación de clase


En la discusión sobre el rol de los revolucionarios diferentes corrientes políticas (marxismo-leninismo, sindicalismo, consejismo, etc) son simplemente comparadas unas con otras. Tenemos que analizar como las diferentes nociones del papel de los revolucionarios y su organización derivan de diferentes concepciones del concepto de clase y desde una específica relación histórica de la lucha de clases.

2-Las diferentes corrientes comunistas (marxismo-leninismo, consejismo,etc) tienen una concepto formal de clase en común

En general las diferentes corrientes entienden capital como una relación formal de explotación: el plusvalor tiempo-trabajo es apropiado por manos privadas o por el Estado. El actual proceso material de explotación/ trabajo está descuidado. Esta noción formal de capital se sigue de una noción formal de clase obrera: una masa de individuos explotados que tienen que vender su fuerza de trabajo debido a su no-posesión de medios de producción. Desde esta noción similar de clase obreras diferentes conclusiones políticas son extraídas: los marxistas-leninistas enfatizan la necesidad de un partido político que sea capaz de ganarse a las masas las cuales su única coherencia es la semejanza formal de no-posesión. El partido tiene que dar una dirección estratégica a las luchas espontáneas de los explotados. El consejismo simplemente da cuenta que la masa de explotados crean sus propias formas de organización en la lucha. Ellos descuidan la cuestión de la estrategia y ven su única tarea en distribuir las experiencias de auto-organización a los trabajadores.



3. Un noción formal de clase ni puede explicar ni respaldar la auto-emancipación de la clase trabajadora

La noción formal de explotación (apropiación de la plusvalía del tiempo/ trabajo) no puede revelar la posibilidad de auto-emancipación que los trabajadores pueden desarrollar. Como no-poseedores de los medios de producción su poder no puede ser explicado. El mero hecho de que ellos están explotados no crea una verdadera conciencia entre los individuos. La posibilidad de auto-organización puede solo ser derivada desde el hecho de que los trabajadores tengan una relación práctica unos con otros y respecto al capital: están trabajando juntos en el proceso de producción y forman parte de la división social del trabajo. Como productores ellos no están solo oponiéndose al capital como asalariados, en su práctica concreta ellos están produciendo capital. Solo rebelándose a esta relación pueden los trabajadores desarrollar su poder. El aislamiento de los trabajadores en empresas individuales, ramos, etc no puede ser superada “artificialmente” tomando la semejanza de “estar siendo explotados” como la fundación para una organización. Este intento generalmente termina en otra “unión de base”: siempre habrá la necesidad de una organización desde fuera si la conciencia de los trabajadores no está basada en su actual cooperación social, sino simplemente en “conciencia formal” de ser explotados asalariados. El marxismo-leninismo no se da cuenta de esta profunda razón de las formas sindicalistas de las luchas obreras. Aborda el problema como si fuese una mera cuestión de liderazgo: ¿es la conciencia externa constituida por los sindicatos o por el partido comunista? Los críticos del leninismo normalmente se limitan a cuestionar la forma de esta conciencia desde fuera: “no es democrática”, “no es construida por los propios trabajadores”, etc. Los críticos izquierdistas raramente analizan el proceso de producción en términos de la formación de la conciencia de las luchas obreras. Por lo tanto ellas tienden simplemente a seguir la espontaneidad de las luchas sin realizar o respaldar una dirección estratégica dentro de esto.

¿Por qué diferentes corrientes políticas se desarrollan a pesar de su similar noción de clase ?


4. La razón por la que diferentes nociones y prácticas políticas del marxismo-leninismo y sus críticos izquierdistas están en las diferentes condiciones materiales de explotación y lucha obrera que ellos tuvieron que combatir

Consejistas y otros principalmente critican el paternalista y antidemocrático carácter del partido leninista. Nosotros pensamos que la más profunda crítica al leninismo consiste en el análisis que la forma de partido bolchevique que emergió desde las condiciones materiales específicas de la Rusia de finales del siglo XIX y principios del XX. Una sociedad agraria con dispersas y aislados centros urbanos, un alto grado de analfabetismo y pequeñaas y pocas zonas industrializadas solo podría ser políticamente unificada por una organización de masas externa. Por lo tanto la más profunda crítica de los consejistas es que ese tipo de organización no era útil y apropiada en su situación histórica: las regiones industrializadas de Europa Occidental en los años veinte. Ellos se dieron cuenta que las fábricas ya habían unificado a los obreros y que la creación de consejos obreros durante el período revolucionario de 1918-1923 fue la respuesta política de la clase obrera. Todavía hoy pocos críticos del leninismo reflejan este “núcleo material”. La crítica normalmente permanece en un nivel político, sin tocar las raíces materiales del leninismo y otras corrientes. Hoy nosotros tenemos que poner la crítica en el suelo de nuevo analizando los cambios en la organización de la explotación y de las luchas obreras. Esta es la condición para el desarrollo de nuevas políticas estrategias. La noción de composición de clase puede ayudarnos con ellos.


5. El núcleo de la noción de composición de clase es la tesis de que hay una relación cerrada entre las formas de luchas y la forma de producción

Los trabajadores no luchan juntos porque tengan conciencia de que “todos ellos son explotados”. Las luchas de los obreros surgen de condiciones de trabajo concretas, desde las actuales situaciones de explotación. Las luchas obreras toman diferentes formas (en el pasado, en diferentes regiones y sectores, etc) porque el concreto proceso de trabajo y por lo tanto la forma material de explotación difiere. El modo de producción y la posición en el proceso social de producción determina la forma y posibilidad de lucha: las luchas de los conductores de camiones difiere de las de los obreros de la construcción, una huelga en fábricas que producen para el mercado mundial tienen diferentes consecuencias que una huelga en un centro de atención telefónica. En el análisis de la lógica en el modo de producción y la lucha de los trabajadores distinguimos entre dos nociones diferentes de composición de clase:

  • La composición de clase técnica describe como el capital reúne la fuerza de trabajo; lo que condiciona las condiciones en el proceso inmediato de producción (por ejemplo división del trabajo en departamentos diferentes, distanciamiento desde la administración y la producción, uso de maquinaria especial ) y la forma de reproducción (vida comunitaria, estructura familiar, etc)

  • La composición de clase política describe como los obreros desvían la composición técnica contra el capital. Ellos toman su conciencia tanto como una fuerza de trabajo colectivo tanto al punto de partida de su organización usan los medios de producción como medios de lucha. Todavía estamos discutiendo en que punto concreto en el proceso de luchas obreras podemos describirlo en términos de composición de clase política. Una posición usa el término tan pronto los trabajadores de una sola empresa o ramo organizan su lucha fuera de las condiciones de producción. La otra posición toma como condición previa para una nueva composición de clase política una ola de luchas obreras que son unificadas en un movimiento de clase por luchas en partes centrales del proceso de producción social (por ejemplo en los sesenta/ setenta el foco del movimiento de clase fueron las luchas en las fábricas de automóviles).

En el siguiente pasaje queremos esbozar como formas específicas de producción influyen las formas, contenidos y perspectivas de las luchas:

a) organización inmediata:

Si los trabajadores intentan encontrar soluciones individuales o colectivas para su problema principalmente depende de la forma que ellos tienen de relacionarse cada uno en el proceso de trabajo diario. Cuando el trabajo está principalmente basado en trabajos individuales y habilidades (por ejemplo trabajo artesanal) tratando con conflictos en una base individual es más posible. Cuando la división del trabajo crea una mutua dependencia entre los trabajadores, la necesidad de una acción colectiva es más obvia. La capacidad para auto-organizarse además depende de la cuestión de si el proceso de trabajo permite a los trabajadores comunicarse unos con otros (alto grado de cooperación, concentración de muchos obreros en un lugar de trabajo o residencias, etc).

b) poder inmediato

El origen del surgimiento, el contenido y los propósitos de las luchas de los trabajadores es la cuestión de si ellos pueden ganar poder contra el capital. Eso depende en diferentes circunstancias, por ejemplo si los obreros están concentrados en puntos de significada importancia para el proceso de producción y acumulación; si la lucha tiene lugar en una situación económica específica o bajo una composición de capital particular (por ejemplo, altos niveles de maquinaria requiere no parar la producción) que incremente la dependencia de la fuerza de trabajo.

c) contenido político

La conciencia política, la conciencia para enfrentarse al capital como clase, no puede ser llevada a los obreros desde fuera, sólo puede desarrollarse en la misma clase. Este desarrollo de la conciencia también depende de la relación práctica entre los productores y su relación con los medios de producción. El modo de producción capitalista es producción en masa basada en la división del trabajo y la maquinaria. Si los trabajadores entienden explotación solo desde un punto de vista sindicalista como una distribución injusta del producto o desde un punto de vista político como una relación social de producción con sus propias leyes, depende de las condiciones bajo que ellos tengan que trabajar. No es una cuestión de su correcta o equivocada conciencia como los marxistas-leninistas podrían sostener, la cuestión de si su explotación no es solo capitalista en una manera formal (libertad de trabajo) sino también material (división del trabajo jerarquizada, control mecánico del proceso de trabajo, etc). Algunos ejemplos de como las condiciones concretas de producción influyen el contenido político de las luchas obreras y su relación con el capital como modo de producción:

  • La relación respecto a la forma salario:
En el capitalismo la relación salario aparece como intercambio individual de dinero por trabajo, oculta el hecho de que el capital explota la fuerza de trabajo colectiva de los trabajadores. Un trabajador que es contratado junto a un cierto número de otros trabajadores y que hacen el mismo trabajo es más posible que se dé cuenta que los contratos individuales son un mero simulacro que un trabajador artesanal que posee habilidades especiales por lo tanto un determinado trabajo para vender.

  • La relación respecto al trabajo:
El trabajo en el capitalismo es abstracto. La tarea específica que uno realiza no es importante, pero el hecho de que el trabajo añade plusvalía trabajo-tiempo a el producto sí lo es. Un trabajador que tiene que hacer un trabajo no cualificado junto con otros tendrá una relación diferente respecto al trabajo que un trabajador especializado. El primero realmente experimentará el trabajo como una abstracción y será más difícil que tienda a glorificarlo y organizarse bajo los límites de él o de su profesión.


  • La relación respecto a otros trabajadores:
Una noción formal de clase no nos lleva muy lejos. Eso se revela cuando miramos la composición de fuerza de trabajo en los trabajadores de base. Podemos decir que los capataces, encargados o ejecutivos son también asalariados y por lo tanto explotados, pero prácticamente cada lucha tiene que hacerse valer contra estos jefecillos. La (jerárquica) división del trabajo del proceso de producción social es el origen e las divisiones racistas y sexistas dentro de la clase trabajadora. Por una parte el capital divide a los trabajadores, pero por otra parte reagrupa a los trabajadores de cualquier color de piel, género, nacionalidad, etc en el proceso de producción. Si la división entre los trabajadores está cuestionada o fortificada es generalmente decidido en las luchas. Fábricas, sectores específicos, etc, con una coloreada composición son especialmente decisivas en este proceso.

  • La relación respecto a los medios de producción:
El capital es el proceso y resultado de un modo de producción donde el trabajo muerto (máquinas, trabajo material) dirige a la fuerza de trabajo viva. Un trabajador que tiene que obedecer el ritmo de las máquinas, y que se de cuenta que a pesar del progreso tecnológico su situación no mejora, atacará más fácilmente al capital como un modo de producción contradictorio. Trabajadores en un proceso de trabajo artesanal quienes son aún amos de sus herramientas es más posible que vean al jefe como el símbolo de la explotación.

  • La relación respecto al producto:
Los trabajadores en la esfera de la producción en masa se dan cuenta al trabajar que la calidad de los productos juega un rol secundario y que está todo basado en la cantidad. Normalmente uno no puede poner en relación el valor de uso del producto, porque uno sólo puede ver una pequeña parte de todo el proceso de producción a una fase del producto el cual no tiene valor de uso aún. Muchos trabajadores no están trabajando con productos materiales, pero ellos trabajan bajo industria como los que realizan servicios. Tenemos que discutir como esta inmaterialidad de el producto impacta en las luchas obreras.

Esto recuerda a una cuestión abierta para nosotros, cómo las luchas de trabajadores artesanos, trabajadores del campo y otros proletarios que no trabajan bajo condiciones industriales pueden desarrollar un carácter anti-capitalista. Es una cuestión decisiva como estas luchas pueden unirse con las luchas del proletariado industrial a pesar de las condiciones diferentes sin mediación externa (como el llamado movimiento antiglobalización, la acción global de los pueblos, los zapatistas y otras organizaciones que intentan unir diferentes movimientos sociales).


d) expansión

Que las luchas puedan expandirse ellas mismas también depende de la espontaneidad, la situación social y mera suerte. Para una estrategia política es importante indagar en el origen material de una expansión: ¿cuál es la relación entre una sola lucha y la producción social? Las empresas individuales están, en una mayor o menor importancia, conectadas a la división social del trabajo: cadenas de producción internacional, transporte, conexiones al trabajo científico en las universidades, conexiones con el sector servicios y la distribución, etc. Así hay diferentes maneras de que una lucha pueda afectar a la sociedad, por ejemplo una huelga la vida diaria de una masa de trabajadores. ¿Notan los trabajadores que no están directamente comprometidos en una huelga les afecta como productores porque ellos no pueden hacer su trabajo debido a las partes que faltan? ¿O lo notan como consumidores, por ejemplo porque ellos pierden el periódico de la mañana? Para la expansión de una lucha es importante otros trabajadores no sean solo informados por los medios, que afecte a su vida y trabajo diario. Estos efectos muestras la dimensión social de la producción hoy y así se puede destruir la noción de centros de trabajo aislados. También las capacidades sociales que los trabajadores adquieren en su existencia como fuerza de trabajo influye su potencial para romper con el aislamiento de su lucha por su propia actividad: por ejemplo el conocimiento de cómo organizarse e improvisar en el caos del proceso de producción, las habilidades para usar los medios de comunicación, las experiencias y conexiones con los trabajadores inmigrantes, etc.

e) generalización política

En la historia de la lucha de clases nunca ha tenido lugar un levantamiento en masa, un despertar simultáneo de la mayoría. Siempre han sido pequeños sectores del proletariado (una sola fábrica, ramo, región, etc) quienes empiezan el conflicto, los cuales lo hacen notar o quienes se convierten en el símbolo o foco del movimiento obrero. Estos núcleos ni son originadas debida a la alta conciencia ni surgen por casualidad. En los sesenta / setenta fueron principalmente los trabajadores de las fábricas de automóviles quienes ejercieron este papel. El sector del automóvil fue la fuerza conductora del boom capitalista de la anterior década. Absorbió a miles de trabajadores que venían de diferentes regiones pobres a la metrópolis. Esto generalizó la experiencia de los trabajadores por la tecnología y organización del trabajo a un nivel internacional. Era el centro de una división del trabajo internacional con conexiones productivas en cada sector cercano. Por otra parte el producto era un símbolo de un incremento de riqueza, la única oportunidad de conseguir una pieza de lo que era sometido uno mismo al mando de la fábrica.

En otros tiempos y lugares han sido regiones particulares las que se han convertido en el centro del movimiento. Fue menos debido a la tradición que a su significado en el proceso social de producción, por ejemplo ciudades portuarias, regiones mineras. En los centros de desarrollo la conexión entre Estado y Capital puede notarse más fácilmente (planificación de infraestructura, políticas del mercado de trabajo, leyes especiales, etc) y el carácter global de esta sociedad es obvio (inversiones extranjeras, migraciones, etc). Podemos tomar ciudades como Turín como ejemplo para la década de los cincuenta / sesenta o las Maquilladoras de Sudamérica y las Zonas Especiales de Desarrollo de la China de hoy. También en Europa hay zonas de desarrollo (por ejemplo en la frontera occidental de Polonia, la región alrededor de Dresde, el Piamonte).

Pensamos que las luchas pueden expandirse sin esos centros, pero a menudo las limitaciones de los movimientos huelguísticos son debidas al hecho que los centros no estaban participando o habían sido derrotados. Así la cuestión de la generalización no es realmente una cuestión de liderazgo político, la cuestión es que extender las luchas puede socializarlas alrededor de las líneas de la producción social y golpear al capital en puntos centrales.

f) tendencias comunistas

Hay claramente diferentes nociones de lo que son las tendencias comunistas. En una mano está la noción de que los seres humanos tienen la necesidad humana para una sociedad más justa la cual ellos expresan en sus luchas contra la explotación. En la otra mano a noción ortodoxa de que el desarrollo de las fuerzas productivas superará el capitalismo y hará posible el comunismo. Tanto el marxismo-leninismo como la mayoría de las corrientes de comunistas de izquierda tienen una noción muy mecánica de las fuerzas de producción: desarrollo de la tecnología y extensión de la división social del trabajo debido a las fuerzas conductoras de la competencia. El origen del comunismo estará en el hecho de que el incremento de las fuerzas de producción sea capaz de reducir el tiempo de trabajo individual. Ellos solo dan con el hecho que el incremento de las fuerzas de producción están en manos equivocadas, e ignoran las contradicciones que la forma material de la tecnología (cadena de montaje), de la ciencia (el taylorismo) y socialización (la globalización) son ellas mismas el origen de la dominación capitalista sobre los trabajadores. La disolución de esta contradicción puede sólo tomar lugar en un movimiento de clase que cambie las condiciones materiales de producción y “socialice” las fuerzas de producción al mismo tiempo con la lucha. Por lo tanto, las luchas tienen que poner en relación la contradicción de las posibilidades sociales (enorme producción de riqueza material, incremento de la productividad) y la realidad (trabajo pesado y pobreza relativa).

Un problema central continúa el desarrollo desigual: las fuerzas de producción no existen solamente como una etapa de las fuerzas de producción separadas de los trabajadores. El estado de la tecnología, el uso de la ciencia, el grado de la división social del trabajo es diferente en cada sector, región, etc. Los trabajadores tienen que enfrentarse a diferentes estado de desarrollo en el proceso de trabajo, así en las luchas tienen que poner en relación en diferentes formas las posibilidades y contradicciones de las fuerzas sociales de producción. En zonas de subdesarrollo (ninguna o poca inversión, inversión en explotación intensiva del trabajo) la necesidad el comunismo será, sobre todo, se expresará en que los trabajadores ataquen la pobreza y la producción de trabajo intensivo como una consecuencia de la utilización capitalista de la productividad social. En centros de desarrollo la contradicción se mostrará en el hecho que a pesar del progreso tecnológico y la abundancia, la vida está aún regida por el trabajo pesado y la pobreza relativa. La cuestión principal será desde qué puntos del desarrollo desigual las luchas pueden socializarse / globalizarse ellas mismas como una nueva fuerza de producción. ¿Qué luchas serán capaz de expresar la posibilidad de esperanza para una mejor forma de producción debido a las condiciones materiales (estado de la tecnología, ciencia, división del trabajo, etc) de las que ellas surgen?

La revolución comunista tendrá que derribar la existencia artificial de desarrollo y subdesarrollo. Tenemos que preguntarnos a que puntos de la producción social este proceso empezará y desarrollará poder.

No es fácil buscar buenos ejemplos para mostrar la coherencia entre el estado de las fuerzas de producción y la Utopía de las luchas de clase. Las revueltas en las sociedades agrarias tuvieron menos utopía social que la demanda de cultivar la tierra en su propio modo anárquico. Las luchas en las fábricas en Europa Occidental al principio de el último siglo desarrollaron la esperanza socialista de tomar las fábricas y por lo tanto toda a sociedad bajo control obrero. Las luchas de los sesenta / setenta expresaron el incremento de cientificación de la producción, el molesto incremento de la maquinaría y la alineación desde el trabajo y el producto. La distinción entre luchas obreras y otros movimientos sociales se disolvió más y más debido al hecho que toda la sociedad (escuelas, universidad, infraestructura urbanística) fue estrechamente conectada al actual proceso de producción. Los centros del movimiento (fábricas, universidades) se apropiaron mucho de las posibilidades productivas de una sociedad moderna. El incremento de la división del trabajo dentro de la fábrica y la cadena de montaje fueron usadas para organizar nuevas formas de huelgas, las fábricas y universidades ocupadas se convirtieron en los puntos centrales de encuentro, la nueva ciencia y los medios de comunicación fueron desarrollados por el movimiento, etc. Haciendo esto el movimiento se convirtió más productivo y creativo y extendió las desarrolladas fuerzas de producción hacia otras partes de la sociedad. El movimiento reflejó las desarrolladas fuerzas de producción en sus demandas: no fábricas bajo control obrero, sino autonomía de la fábrica y riqueza para todos...


6. La composición de clase expresa la coherencia interna y la tendencia de la lucha de clases

Los problemas anteriores dejan sin resolver el asunto de la discusión sobre estrategia en la lucha de clases. La estrategia solo puede ser derivada desde las tendencias del capitalismo. En el proceso social de producción el capitalismo crea y conecta partes de desarrollo y subdesarrollo como una reacción a la contradicción de clases, las cuales explican el carácter dinámico del sistema. Dentro de las fábricas de alta tecnología existen departamentos de diferentes niveles tecnológicos. Estas fábricas están conectadas ellas mismas a distribuidores de diferentes grados de desarrollo directo de centros de explotación del Tercer Mundo. Los diferentes niveles de desarrollo son el origen material para las divisiones y la inconsistencia de la lucha de clases. Las luchas de los trabajadores que pueden generalizarse alrededor de las líneas de desarrollo desigual siguen a las condiciones de producción convertirse más parecidas. Las luchas de los trabajadores en las fábricas de automóviles en los sesenta-ochenta tuvieron el resultado que las condiciones en la mayoría de las fábricas más parecidas globalmente incluyendo a las zonas de subdesarrollo (México, Brasil, etc): a un nivel tecnológico y también para los trabajadores (relación similar entre salario y producto). El Capital reacciona a la composición de clase política (la generalización de lucha de clases) con una re-composición técnica, con la reproducción de desarrollo desigual a un alto nivel: regiones son des-industrializadas, en otras el capital realiza el gran salto tecnológico adelante, viejos núcleos de fábricas son divididas en diferentes unidades en una producción mayor, la producción es globalizada, etc. El capital crea nuevos centros de desarrollo los cuales pueden convertirse en nuevos puntos para la generalización de los movimientos de clase futuro. Así la coherencia interna del nuevo movimiento de clase es anticipada. Su estrategia no surgirá de la cabeza de los revolucionarios, pues surge bajo el mismo proceso de desarrollo material (de división del trabajo, maquinaria, etc).


7. La tarea de los revolucionarios es el análisis del desarrollo capitalista a fin de que sean capaces de valorar y mostrar el potencial de las luchas de clase

El papel especial de los revolucionarios no puede ser explicado por una conciencia política sin la cual las luchas de clase no pueden desarrollarse por sí mismas. Esto solo puede ser derivado desde una vista e interpretación general de las cosas que actualmente pasan. El poder, las posibilidades de auto-organización, de expansión y generalización están marcadas por las condiciones de producción. La tarea de los revolucionarios es mostrar la lógica entre las condiciones materiales y la práctica y perspectiva de las luchas. El movimiento de clase tomará lugar dentro del tejido de desarrollo y subdesarrollo. Por lo tanto, tenemos que mostrar la conexión de las diferentes partes de este tejido y las razones políticas para la desigualdad. El análisis del origen material de las luchas de los trabajadores también determina donde podríamos intervenir. No es suficiente limitarse a seguir las pautas espontáneas de las luchas y documentarlas. Tenemos que mirar los puntos que pueden ser de significado estratégico en el futuro. Estas áreas no necesitan ser las más desarrolladas o los centros de acumulación. A menudo los sectores que conectan diferentes niveles de desarrollo (transporte entre diferentes fábricas, trabajo de información entre producción y distribución) son significantes para una generalización de las luchas. Por esto necesitamos más que simple intercambio informal entre grupos, necesitamos una discusión e intervención organizada.

* http://www.nadir.org/nadir/initiativ/kolinko/engl/e_index.htm