martes, 30 de septiembre de 2008

Los sindicatos contra la revolución (Benjamin Péret)



Los sindicatos contra la revolución
(1952)

Benjamin Péret



Las nuevas revoluciones rusas de 1905 y 1907 hicieron aparecer un nuevo organismo de combate que nace de la realidad social misma: el comité o consejo de fábrica, elegido democráticamente en el lugar del trabajo y cuyos miembros son revocables en todo momento. Se los vio aparecer en San Petersburgo y en Moscú, al final de la revolución de 1905, de la que fueron el punto culminante. Sin embargo, aún demasiado débiles y sin experiencia, fueron incapaces de realizar la tarea que se habían propuesto, derribar al zarismo.

Desde el principio de la revolución del 17, se los ve reaparecer, esta vez más maduros y, rápidamente, se extienden por todo el país. Bajo la impulsión de Lenin y Trotsky, llevaron a cabo la revolución de octubre. Mientras tanto, los sindicatos les iban a la zaga, frenando el movimiento con todas sus fuerzas. No se les debe ninguna iniciativa revolucionaria, sino todo lo contrario. John Reed, en su libro Diez días que estremecieron al mundo, los describe en diversos momentos hostiles a los soviets, hasta tal punto que los empleados de ferrocarriles tienen que violar la disciplina sindical para transportar de Petrogrado a Moscú los refuerzos militares necesarios para derrotar la contrarevolución de los Junkers en esta última ciudad.

Durante la revolución española de 1936, desde los primeros días de la insurrección, nacen comités como setas tras la lluvia, pero al revés de lo que sucedió en Rusia, donde los soviets desplazan a los sindicatos al segundo plano, aquí los sindicatos ahogan a los comités (juntas). Resultado: el estalinismo triunfa sin que los sindicatos se opongan realmente. Incluso se unen para celebrar el triunfo del estalinismo, mediante un comité de enlace UGT/CNT, y la revolución es traicionada por el estalinismo que da paso a Franco.

Los obreros, soldados y marineros alemanes, que se rebelaron en 1918, no pensaron ni un instante dirigirse a los sindicatos para conducir su lucha contra el régimen imperial; crearon en el combate sus comités de lucha que se apoderaron de las fábricas y de los barcos expulsando a las autoridades capitalistas. Los sindicatos sólo intervendrán más tarde para frenar la lucha, mantener la revolución en los límites burgueses, es decir traicionarla. Es este espectáculo el que alecciona definitivamente a los revolucionarios alemanes y muestra a Hermann Gorter y a la izquierda germano-holandesa el camino a seguir, haciendo de él, en esa época, uno de los primeros teóricos del comunismo de izquierda y de una verdadera táctica clase contra clase.

Está fuera de duda el que Lenin, enfrentado con la guerra civil, la intervención extranjera y las dificultades casi insuperables del restablecimiento de la economía rusa, no midió en su justo valor los problemas evocados por la izquierda comunista alemana y holandesa que ponía de relieve la situación particular de su país, de su nivel general de cultura, del impulso revolucionario de las masas que había que consolidar cotidianamente. Aunque conociese Lenin perfectamente Europa occidental, estaba obnubilado por la revolución rusa y los métodos empleados bajo el zarismo para hacerla triunfar. No vio que eran imposibles de aplicar en cualquier otra parte. Producto directo de las condiciones económicas, políticas y culturales de Rusia zarista, estos métodos no valían nada una vez transplantados en Europa Occidental, donde la situación de las masas obreras, las relaciones de éstas con el campesinado, la estructura de este campesinado, y en fin, el estado del capitalismo, no tenían apenas puntos comunes con la situación en Rusia. Tampoco vio el conflicto larvado que había existido en Rusia entre Soviets y Sindicatos, y que, únicamente el impulso irresistible de la revolución había ahogado en el huevo, fortalecido a los primeros a expensas de los segundos.

En Alemania, donde los sindicatos, mucho más potentes que en Rusia, eran dirigidos por los reformistas más consecuentes, se podía uno convencer de que éstos últimos emplearían todos los medios a su alcance para sabotear la revolución en marcha. Era para ellos un problema de vida o muerte. Por otra parte, si los sindicatos eran hostiles a la revolución y los comités de fábrica favorables, era evidente que había que sostener los segundos contra los primeros. A ello se opuso Lenin, en nombre de una táctica de desbordamiento de los jefes por las masas; pero, justamente, los sindicatos encarnan el poder material de los jefes que disponen de todo el aparato sindical y del apoyo directo o indirecto, del estado capitalista, mientras que las masas no hubieran creado sus propios órganos de lucha, los soviets, la revolución hubiera sido inevitablemente canalizada y conducida a la derrota por los únicos órganos que encuadraban a las masas, los sindicatos.

Contra la izquierda alemana y holandesa, fue contra la que escribió Lenin La enfermedad infantil del comunismo, a la que Hermann Gorter contestó con una Respuesta a Lenin que comporta una crítica de los sindicatos que es aún válida hoy día. Dice en resumen que los sindicatos convergen hacia el Estado, y tienden a asociarse con él contra las masas, que los obreros no tienen ningún poder, no más que el Estado, que son inaptos, los sindicatos, a servir de instrumento para la revolución proletaria, y que ésta no puede vencer si no es destruyéndolos. Proclamémoslo: en esta polémica (de la que la III Internacional no nos dio a conocer más que la argumentación de Lenin, dejando de publicar las de la oposición), era Gorter quien tenía toda la razón, por lo menos sobre este punto. En este folleto, opone a los sindicatos, donde los obreros no tienen prácticamente otro poder que el de pagar las cuotas, el Comité o Consejo de Fábrica elegido democráticamente por los trabajadores en los lugares de trabajo, cuyos miembros colocados bajo el control inmediato y constante de sus electores, son revocables en todo momento. Estos comités son evidentemente la emanación misma de la voluntad de las masas, cuya evolución facilita. Por esto es por lo que en el momento en el que aparecen, incluso bajo la firma provisional, se encuentran enfrentados con los dirigentes sindicales, pues amenazan el poder que tienen éstos sobre los obreros, lo mismo con los patronos, los unos y los otros se sienten igualmente amenazados, de tal manera que en general los dirigentes sindicales alcahuetean entre patronos y obreros para destruir la huelga. Estoy convencido de que ningún trabajador que haya participado en un comité de huelga me contradirá, sobre todo por lo que se refiere a las huelgas de los últimos años. Por lo demás, es normal que esto suceda así, ya que el comité de huelgas representa un nuevo organismo de lucha, el más democrático que pueda concebirse. Tiende conscientemente o no, a reemplazar al sindicato que defiende entonces los privilegios adquiridos intentando reducir las atribuciones que el comité de huelga se ha concedido. Compréndase entonces la hostilidad de los sindicatos a la existencia de un comité permanente destinado por la lógica misma de las cosas a someterles y suplantarlos.


El comité de fábrica motor de la revolución social

Nadie negará que la sociedad capitalista ha entrado en un período de crisis permanente que la induce a reunir sus flaqueantes fuerzas concentrando cada vez más en las manos del Estado todos los poderes políticos y económicos mediante las nacionalizaciones. ¿A esta concentración de poderes capitalistas, van a seguir oponiéndose las fuerzas obreras dispersas? Significaría esto ir al fracaso definitivo. Y una de las razones principales de la apatía actual de la clase obrera reside en la serie interminable de fracasos sufridos por la revolución social en lo que va de siglo. La clase obrera no tiene confianza en ninguna organización porque las ha visto a todas funcionando, aquí o allí, y todas, incluidas las organizaciones anarquistas, se han mostrado incapaces de resolver la crisis del capitalismo, es decir asegurar el triunfo de la revolución social. No hay que tener miedo a decir que hoy todas han caducado. Al contrario, es únicamente a partir de esta constatación, de la cual no debe intentarse reducir el alcance por consideraciones más o menos circunstanciales o acusando a los otros de sus propios errores, como se estará en condiciones de revisar todas las doctrinas (cuyo punto común hoy es que han caducado en buena parte). Así es también acaso como podamos llegar a una unificación ideológica fundamental del movimiento obrero con vistas a la revolución social. Ni que decir tiene, que no defiendo ni un segundo la idea de un movimiento con pensamiento monolítico, sino un movimiento unificado al interior de cual las diversas tendencias gozarían de la libertad más amplía para manifestarse.

Por otro lado, no cabe duda de que la acción se impone de un modo inmediato. La acción debe guiarse por los principios generales. Por una parte, debe facilitar la agrupación ideológica que preconizo, y por otra, debe cesar de considerar la revolución social como obra de generaciones futuras a las que se prepara la tarea. Estamos ante el dilema: la revolución social y un nuevo resurgir de la humanidad, o la guerra y una descomposición social desconocida hasta hoy.

Nos ofrece la historia un tiempo de reposo, de duración indeterminada. Seamos capaces de utilizarlo para invertir el proceso de la degeneración y hacer surgir la revolución. La apatía actual de la clase obrera sólo es provisional. Indica al mismo tiempo la pérdida de confianza en todas las organizaciones que he mentado y un estado de disponibilidad que sólo depende de nosotros, los revolucionarios, saber utilizar para transformarlo en rebeldía activa. La energía de la clase obrera sólo pide emplearse. Empero, hay que darle no solamente un objetivo -que la clase presiente desde hace mucho tiempo- sino también los medios para alcanzarlo. Si se trata, para los revolucionarios de llegar a una sociedad fraternal, nos hace falta desde ahora, un organismo donde pueda formarse y desarrollarse esta fraternidad. Resulta que, en este momento, es al nivel de la fábrica donde la fraternidad obrera alcanza su mayor intensidad. Es allí donde debemos actuar, no pudiendo una unidad sindical quimérica hoy, en el estado actual del mundo capitalista, y que además sólo podría producirse contra la clase obrera, ya que los sindicatos no representan otra cosa que las diferentes tendencias del capitalismo. De hecho, no habrá "frente único" sindicalista más que la víspera de la revolución social, y contra ella, ya que las centrales sindicales están igualmente interesadas en torpedearla para asegurar su supervivencia en el estado capitalista. Integradas ya en el sistema capitalista, le defienden defendiéndose. Sus intereses son los suyos y no los de los trabajadores.

Por otra parte, uno de los obstáculos más poderosos a todo agrupamiento obrero y a un renacimiento revolucionario, lo constituye el aparato de los burócratas sindicales, en la fábrica misma, empezando por el aparato estaliniano. El enemigo del trabajador es hoy el burócrata sindical tanto como el patrón, que sin el primero sería impotente. Es el burócrata sindical quien paraliza la acción obrera. La primera consigna de los revolucionarios debe ser: ¡Fuera todos los burócratas sindicales! Pero el enemigo principal está constituido por el estalinismo y su aparato sindical, por ser partidario del capitalismo de Estado y del sindicalismo. Es pues el defensor más clarividente del sistema capitalista, ya que indica a este sistema el estado más estable que pueda concebirse hoy. Sin embargo no se puede destruir un organismo existente sin proponer otro, mejor adaptado a las necesidades de la revolución social. Ésta se encarga precisamente de indicarnos cada vez que aparece el instrumento elegido, el comité de fábrica nombrado directamente por los trabajadores en los lugares mismos de trabajo y cuyos miembros son revocables en todo instante. Es el único organismo que puede, sin burocratizarse, dirigir los intereses obreros en la sociedad capitalista, al tiempo que apunta a la revolución social, realizar esta revolución, y, una vez adquirida la victoria, constituir la base de la sociedad futura. Su estructura es la más democrática que pueda concebirse ya que directamente elegida en los lugares de trabajo por el conjunto de los obreros de la fábrica que controlan su acción en todo momento y que pueden revocarlo en cualquier instante para nombrar otro. Su constitución ofrece el mínimo de riesgos de degeneración a causa del control constante y directo que los trabajadores pueden ejercer sobre sus delegados. Además el contacto constante entre responsables y electores favorece al máximo la iniciativa creadora de la clase obrera, incitada así a tomar su destino en sus manos y a dirigir directamente sus luchas. Este comité que representa de un modo auténtico, la voluntad obrera, tiene como destino dirigir la fábrica, organizar su defensa contra la policía y las bandas reaccionarias del estalinismo y del capitalismo tradicional. Una vez la revolución victoriosa, es él quien indicará a la dirección económica regional, nacional, y luego internacional (elegidas ellas también por los trabajadores) la capacidad de producción de la fábrica, sus necesidades en materias primas y en mano de obra, y finalmente, los representantes de cada fábrica, formarán en los niveles regionales, nacionales e internacionales el nuevo gobierno, diferente de la dirección económica, cuya tarea principal consistirá en liquidar la herencia del capitalismo, y asegurar las condiciones materiales y culturales de su propia desaparición progresiva. A la vez económico y político, es el organismo revolucionario por excelencia, por eso su constitución misma representa una especie de insurrección contra el estado capitalista y sus esbirros sindicales, pues reúne todas las energías obreras contra el Estado capitalista, incluso dotado de poderes económicos. Por la misma razón, se le ve aparecer espontáneamente en los momentos de crisis social aguda, pero, en nuestra época de crisis crónica, es necesario que los revolucionarios lo preconicen desde ahora si quieren acabar primero con la ingerencia de los burócratas sindicales en las fábricas y devolver a los trabajadores la iniciativa de su emancipación. Destruyamos pues los sindicatos en nombre de los comités de fábrica democráticamente elegidos por el conjunto de los obreros en los lugares de trabajo y revocables en todo momento.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Entrevista con Bernhard Reichenbach





Moscú 1921 - Encuentros en el Kremlin

Entrevista con Bernhard Reichenbach, antiguo miembro del KAPD.

Publicada originalmente en Survey no. 53, octubre de 1964.


¿Recuerdas con claridad tu visita a Moscú en 1921? ¿Cuáles fueron tus primeras impresiones?

Bernhard Reichenbach: Oh, mis impresiones están aún muy vivas. El viaje desde Berlín hasta Moscú me llevó como diez o doce días. Fui por mar a principios de marzo y tuve que esperar ocho días en Reval antes de conseguir mi visado ruso. En junio se unieron mis camaradas Alexander Schwab, Meyer, un obrero metalúrgico de Leipzig y un antiguo marinero llamado Jan Appel, que había ido el año anterior a Moscú con Franz Jung para hablar con los líderes rusos - su historia salpicó en la prensa. Estuvimos todos allí por el KAPD, el Partido Comunista Obrero, que era más bien persona non grata en los ojos del KPD.

¿No fuiste uno de los primeros izquierdistas alemanes en ir a Moscú?

Bernhard Reichenbach: Bueno, no. Hubo cuatro representantes del KAPD en el segundo Congreso del Comintern en 1920. En 1921 fui como un "simpatizante" sin voto.

Pero supongo que para la mayoría de los delegados fue su primera visita a Rusia.

Bernhard Reichenbach: Sí, así fue. Fue mi primera visita a la Rusia bolchevique, pero había estado antes de la guerra, cuando era actor. No hablaba nada de ruso, pero desde el momento que crucé la frontera, y todo el tiempo que estuve en Moscú todo el mundo fue muy amable y amigable y me tradujeron -mayormente eran los letones quienes traducían. Por supuesto todo fue bien en la Ejecutiva del Cominterm -el ECCI- y después en el Congreso, porque el alemán era el idioma oficial, y la mayoría hablaba alemán con fluidez.


¿Dónde te alojaste mientras estuviste en Moscú?

Bernhard Reichenbach: Estuve en el Hotel Lux, junto con otros delegados extranjeros del congreso, sobre una centena de ellos. El único otro extranjero que vi allí algunas veces fue uno o dos periodistas. Fui y me presenté ante Zinoviev, que era el presidente del Ejecutivo del Cominterm, y después tomé parte en las sesiones del Ejecutivo; tuvieron lugar dos o tres veces por semana. Además de Zinoviev, los rusos que acudían regularmente eran Bujarin y Radek. Trotsky vino una o dos veces, pero nunca Lenin, aunque después en el congreso ellos dos fueron los portavoces principales.


¿Y cómo funcionaba la Ejecutiva?

Bernhard Reichenbach: Bueno, muy pronto vi claramente que esta "Internacional" estaba dominada por los rusos. Y, por supuesto, era virtualmente inevitable no solo porque Rusia aportaba el dinero, y servía como refugio para muchos revolucionarios que habían estado perseguidos en sus propios países. Lo que importaba realmente era que fue el primer partido marxista en hacer realidad el sueño del Manifiesto Comunista de 1848. No digo que las diferencias de opinión en el ECCI fueran suprimidas, o que las críticas en el congreso fueran reprimidas o castigadas; pero cualquiera que mantuviese una posición que difiriese de la rusa se quedaba bastante aislado.

¿No diferían los rusos entre ellos?

Bernhard Reichenbach: Sí, pero era normalmente de puertas para adentro, y cuando Lenin se había manifestado, la cuestión estaba resuelta. Su autoridad era simplemente dada por sentado por sus camaradas. No digo que se limitasen a obedecer mecánicamente o que estuvieran bajo ningún tipo de trato. Admitiré incluso hoy que su posición era el resultado de su indudable superioridad. En menor grado era también verdad respecto a Trotsky, pero bastante menos. Necesitada la confirmación de Lenin, y siempre la conseguía.

¿Cómo los compararías a ambos?

Bernhard Reichenbach: Ellos eran dos tipos completamente diferentes de líderes revolucionarios. Eran ambos inusualmente dotados como oradores, aunque no había nada chocante en Lenin, nada impresionante. Pero en la discusión -en un pequeño grupo o en la plataforma en un mitín monstruoso- él era maravillosamente convincente, por la forma que argumentaba, por el tono de su voz, por la lógica secuencia de las afirmaciones con las que alcanzaba su conclusión. Cuando se enfrentaba a opiniones hostiles, su voz solía tomar un tono de incomprensión, como si encontrara imposible de creer que alguien no pudiese entender algo tan obvio - incluso cuando el asunto estaba muy lejos de ser obvio. Zinoviev solía imitar su entonación, pero no provocaba la misma respuesta. Trotsky hablaba con emoción, el atractivo pathos del líder revolucionario -sin llegar a la demagogia- desde Danton hacia adelante. Y por supuesto su posición como fundador y organizador del Ejército Rojo, que acababa de derrotar a Denikin y Kolchak y Kornilov, le hizo ganar la más alta consideración.

¿Qué pensaste de los otros líderes rusos?

Bernhard Reichenbach: Bujarin era un hombre muy complaciente; era fácil hablar con él, y conducía sus argumentaciones de un modo escolar y objetivo. Radek era un polemista brillante, familiarizado con las condiciones y personalidades alemanas; tenía un ingenio chispeante - pensabas que estabas escuchando un número de cabaret de primer nivel.

¿Y Stalin?

Bernhard Reichenbach: Nadie le mencionó. Nunca estuvo allí durante nuestras discusiones. No solo digo que no atendiera a las sesiones todos los seis meses que estuve allí -el ECCI, el tercer congreso, y el congreso fundacional de la Internacional Sindical Roja- quiero decir que ni siquiera nadie le mencionó. Por supuesto, estaba en el círculo íntimo incluso entonces, pero eso lo supe mucho después. Pero era posible en 1921 estar seis meses en Moscú sin conocer de su existencia.

¿Cómo conseguiste noticias sobre lo que esta sucediendo fuera de Rusia?

Bernhard Reichenbach: No había radio, y uno podía conseguir periódicos extranjeros, excepto algunas veces el Rote Fahne -y llegaban muy tarde. Realmente estabamos bastante aislados. Pero los rusos no sentían eso. Por supuesto, había periódicos rusos y de vez en cuando me lo traducían para mí.

¿Estaban los rusos especialmente interesados en Alemania? ¿Pensaban todavía los líderes bolcheviques como el país más importante, o estaban ya decepcionados?

Bernhard Reichenbach: Ambas cosas quizá. El KPD era después de todo el partido más fuerte fuera de Rusia, y las relaciones con Alemania eran buenas.

¿Cómo evaluaban la situación en Europa si no tenían radio ni periódicos?

Bernhard Reichenbach: Oh, estoy seguro de que todos los oficiales conseguían noticias claramente y con rapidez. Por teléfono, a través de la diplomacia, y por correo. No, los rusos no se sentía aislados en ese sentido.

¿Conociste algunos rusos además de la gente del congreso?

Bernhard Reichenbach: Sí. Conocí a familias desde Reval hasta algunas de Moscú. La mayoría eran no-políticas, pero una de ellas, la familia Sundelevich, había tomado parte en la revolución de 1905. Y por supuesto, entonces estaba interesado profesionalmente en el teatro. Conocí a Stanislavsky, y vi maravillosas representaciones del Revisor de Gogol y Los bajos fondos de Gorky. Por supuesto fueron en ruso, pero conocía las traducciones alemanes de memoria -las había aprendido como actor- y así que las disfruté tremendamente. Estuve varias veces también en el teatro yiddish.

¿A quién más conociste en el mundo del teatro?

Bernhard Reichenbach: Llegué a conocer al actor Mikhoels. Era bastante joven entonces, pero ya bastante conocido; y conocí a Alexander Granovsky, el productor, que después emigró a Alemania. Quería entretener a los delegados del congreso, así que organizó dos o tres representaciones de Mysteria Buffa de Mayakovsky, que Granovsky había traducido al alemán; me preguntó si podía ayudarle a organizarlo, y así hice. A Meyerhold -era el más famoso de los productores rusos de la época- le disgustó la puesta en escena de Granovsky. Ambos tuvieron una discusión encarnizada, y Granovsky me llamó para que me uniera a él. Nos quedamos toda la noche, acompañada con grandes cantidades de té y cigarrillos, pero no podía entender ni una palabra porque estaban discutiendo en ruso y no dieron tiempo a que fuera traducido para mí. Al final les pregunté si podría llevarme de vuelta al Lux, porque tenía una reunión por la mañana. El teatro en Moscú estaba muy vivo en aquella época, y en mi opinión, tenía un gran nivel.

Bueno, volvamos a la política. ¿donde fueron tus reuniones de aquella mañana?

Bernhard Reichenbach: Tal como recuerdo, la Ejecutiva siempre se reunía en el Kremlin. Me dieron un pase del Kremlin, y podía ir y volver sin ninguna dificultad. En una ocasión tuve una conversación con Lenin, en su estudio. Si hubiera pedido una entrevista a través de los canales oficiales, para hablar con él sobre los puntos de vista y planes del KAPD, el KPD más que probablemente lo habría saboteado, y quería evitarlo. Estuvieron continuamente postergándolo de un día para el siguiente, así que escribí bastante enfadado una carta a Lenin. Le conté que había estado aquí cuatro semanas, como delegado del KAPD, y que él no se había molestado en escuchar lo que tenía que decir; si no tenía intención de verme, sería mejor que me volviera a Berlin. Dejé esta carta en la sala de espera de Lenin -su secretaria, de gran carácter, Madame Fotieva, palideció y qué pensaría de mi atrevimiento, que desapareció con mi carta. Esperé. No ocurrió nada. Entonces vino Radek; claramente tenía una cita con Lenin. Parecía asombrado al verme allí. Cuando le conté lo que había hecho, se rió. Un cuarto de hora después me dieron una carta, escrita por el propio Lenin; me escribió en alemán, encabezado como -en ruso- RSFSR, Presidente del Consejo de los Comisarios del Pueblo, Moscú, Kremlin, 1921. Aquí está:

<

Soeben, 16/5, 1 1/2 Uhr, habe ich Ihren Brief bekommen und gelesen. Ich bedaure in höchsten Masse, dass ich absolut keine Zeit gefunden, um mit Ihnen zu sprechen. Leider war ich während der letzter Wochen so überarbeitet, dass ich fast niemals eine Zusammenkunft arrangieren konnte und dringende Arbeiten, selbst das Lesen der wichtigsten deutschen Dokumente aufschieben musste. Bitte mich zu entschuldigen.

Ich bin auch jetzt in solcher Lage, daher absolut nicht im Stande, positiv zu versprechen, Zusammenkunft in einigen Tagen. Wenn besonders dringend, warum nicht kurze Vorschläge schriftlich machen?

Nochmals bitte um Entschuldigung und zeichne mit kommunistischem Gruss,
Lenin.>>

[Querido camarada Reichenbach,

Acabo ahora -16 de mayo, 13:30 horas- de recibir y leer tu carta. Lamento profundamente que no haya sido realmente capaz de encontrar tiempo para ti. Desafortunadamente, he estado tan sobrecargado de trabajo estos últimas pocas semanas que prácticamente no pedido concertar ninguna entrevista, y he tenido que aplazar con urgencia trabajo, incluso la lectura de importantes documentos alemanes. Por favor disculpame.

Incluso ahora estoy en la misma situación, y por lo tanto realmente no estoy en una posición de hacer un promesa positiva de verte en los días siguientes. Si es particularmente urgente, ¿por qué no dejas tus propuestas brevemente por escrito?

De nuevo pidiéndote tus disculpas con saludos comunistas, Lenin]

Bueno, tenía que estar satisfecho con ello por el tiempo pasado, pero pocos días después una secretaria vino por mí al Lux, muy excitada, y me dijo que debía venir a ver a Lenin. Había un coche esperándome para llevarme al Kremlin.

Cuando le ví no había tenido su primera apoplejía; parecía perfectamente saludable, y muy fuerte. Lo que se dice de él era bastante verdad -sabía escuchar. Cuando le expliqué nuestra posición, señaló el mapa de Rusia en la pared, y dijo que la misma Rusia era demasiado grande, no podía encontrar tiempo para saberlo todo.

Después de todo, ¿no era mucho después de la insurrección de Kronstadt, no?

Bernhard Reichenbach: Sí, y junto a eso estaba el fiasco de la Acción de Marzo en Alemania. Ambos sucesos -que realmente conmovieron al mundo comunista- ocurrieron mientras estaba de camino desde Berlín. La insurrección de Kronstadt había sido aplastada, pero políticamente sus efectos estabán todavía recientes. Los líderes de la Oposición Obrera -Shliapnikov, que había sido Comisario de Trabajo, Lutovinov, un líder sindical, y Alexandra Kollontai, que había sido Comisaria de Bienestar- todos condenaron el levantamiento, pero lo atribuyeron al desarrollo de la dictadura del estado y la maquinaria económica. Bueno, en comparación con lo que estuvimos acostumbrados con Stalin, Mussolini y Hitler, lo que ocurrió entonces parece suave ahora, pero el número de arrestos se elevó, y la a Oposición Obrera le fue prohibida participar en ninguna actividad.

¿Conociste a alguna de estas personas?

Bernhard Reichenbach: Sí, lo hice. Después de haber estado en Moscú unos pocos días, Trotsky hizo un desfile de las tropas que habían regresado de su victoria en Kronstadt. Hubo una plataforma en el lugar donde actualmente se encuentra el mausoleo, y Trotsky estaba allí en uniforme, saludando con su mano. Él estaba rodeado por los grandes jefes del partido y los líderes del Comintern. Me pidieron poco antes -como a muchos otros- decir unas palabras de agradecimiento a los soldados. No había tenido entonces mucha relación con los camaradas rusos, y conocía muy poco del contexto de la revuelta, pero estaba reacio de aceptar la versión oficial de los marineros engañados por los guardias blancos. Así que, afortunadamente, lo rechacé.

¿Discutió la Ejecutiva del Comintern sobre Kronstadt?

Bernard Reichenbach: No, ni una palabra, pero nosotros lo hicimos en el Lux. Los seguidores de la Oposición Obrera confiaban en mí, y mi habitación se convirtió en un lugar de reunión. Gran parte de los camaradas rusos hablaban alemán -buena parte de los trabajadores del Comitern era de las areas germanoparlantes del Báltico. Shliapnikov y Lutovinov me evitaron, pero hice varias visitas a Madame Kollontai. Pero la Ejecutiva gastó una gran cantidad de tiempo sobre la Acción de Marzo, la cual significó una ruptura completa con la política que el KPD había estado siguiendo. La acción había sido tomada parcialmente en respuesta de las presiones de Bela Kun, que había sido mandado a Alemania por el "pequeño comité" de la Ejecutiva -consistía de Zinoviev, Bujarin y Radek. Paul Levi -el líder del KPD que condenó la acción y criticó severamente a Bela Kun- fue expulsado, pero tenía muchos apoyos en el comité central alemán, y ellos como otros del otro lado vinieron de prisa a Moscú. El debaté llegó hasta el congreso igualmente. Estaba compartiendo una habitación por entonces con Kuusinen y cuando volvimos todavía seguíamos discutiendo sobre el asunto. Criticaba la forma de la Ejecutiva había cambiado su posición de un día para otro, y estaba particularmente enfadado con la manera de que Zinoviev y Radek había responsabilizado enteramente a los alemanes, como si los rusos no tuvieran nada que ver con ello. Kuusinen me dió una lección de lo que él llamo dialéctica -su charla estaba llena de "por un lado pero por el otro", de "contradicciones" y de sus "superaciones", y al final parecía que la Ejecutiva no había cambiado su opinión.

¿Cuál fue la opinión de Lenin sobre esto?

Bernard Reichenbach: Me dijeron que al principio había aprobado la misión de Bela Kun, pero después del suceso cambio de opinión, principalmente bajo la influencia de Klara Zetkin; ella había sido amiga de Lenin desde la conferencia de Zimmerwald en 1916. Después tuve una larga conversación con él. Le conté que el KPD había sido forzado a usar una situación revolucionaria para un putsch, porque hasta entonces habían estado actuando bajo la vieja línea reformista, poniendo freno a los desarrollos revolucionarios. Y entonces de repente cambio de cara -intentando usar a los sindicatos como instrumentos de la revolución proletaria. Lenin escuchó pacientemente, entonces dijo que era imposible moverse sin los sindicatos. Esta vez de nuevo se giró hacia el mapa de la pared, y dijo sonriendo "Por supuesto, no puedo estar informado sobre todo lo que pasa en mi propio país. El último documento sobre la situación alemana que estudié fue la carta abierta de Radek a los trabajadores alemanes, en enero. ¿Has hablado con Trotsky sobre esto?". Dije que lo hice. "¿Y que dijo Trotsky?". "Él no aceptaría mis argumentos". "Bueno, espero que esté en lo correcto". Dije que entendía perfectamente que él -Lenin- no tuviera tiempo para examinar cada cuestión él mismo, pero si él confiaba en cualquiera que le estuviera asesorando por entonces, y permitía usar su nombre como escudo para las posiciones de otros, la gente pensaría que la desición era suya, y en este caso el solo podría perjudicar a los trabajadores comunistas.

Así que, en relación al movimiento obrero en Europa, ¿Lenin confiaba en Trotsky y Radek?

Bernhard Reichenbach: Sí, en Radek en particular para Alemania. Poco después de esa conversación, Alexandra Kollontai vino a verme a mí y a Alexander Schwab, ella dijo que iba a oponerse a Lenin en el congreso, donde él iba a presentar un informe sobre la NEP. Para ella, la NEP era una traición a la revolución. Ella pensaba que podría ser arrestada, así que nos dio un manuscrito -era su informe del programa de la Oposición Obrera. ¿Podríamos mantenerlo a salvo? Dijimos que podríamos, y como teníamos un mensajero marchándose a Berlín en un día o dos, le dimos a él el manuscrito.

Lenin presentó su informe el 5 de julio. El aplauso fue tremendo, y aunque Zinoviev como presidente llamo para tomar la palabra, nadie quiso decir nada. Nosotros los del KAPD -no teníanos voto- queríamos que otros hablaran primero, pero como nadie lo hizo, Schwab se levantó para hablar. Él conocía las dificultades a las que se enfrentaba el gobierno soviético, que le forzaron a hacer ciertas concesiones, internas o externas, y entonces advirtió sobre la reivindicación soviética de ser el centro dominante de la revolución mundial. Eso llevaría, dijo, a que el movimiento se convertiría en un instrumento de los intereses inmediatos de Rusia, mientras los intereses del proletariado de los países industrializados de Europa serían forzados a permanecer en un sengundo plano. Se refirió a una entrevista que Krasin, el Comisario de Comercio Extranjero, había dado en Berlín, en el que había dicho que una huelga que estaba siendo preparada en aquel momento interfería con los envíos a Rusia. Si los trabajadores de los países capitalistas se les decía que no se pusieran en huelga porque Rusia necesitaba las máquinas que estaban construyendo, el movimiento obrero de aquellos países estaría mutilado.

¿Y cuál fue la reacción?

Bernhard Reichenbach: Bueno, Schwab recibió un pequeño aplauso -de nuestros delegados del KAPD, de la oposición en el partido holandés, de algunos sindicalistas de los IWW, que estaban allí como invitados. Pero Radek habló y hizó reír y aplaudir a la audiencia. Entonces Kollontai fue a hablar. Era bastante dramático. Ella estaba obviamente muy emocionada. Detrás de ella se sentaban Lenin, Trotsky, Zinoviev, Bujarin, Kamenev, Rykov, Radek (¡y simplemente piensa lo que les pasó a ellos!). Lenin estaba tomando notas. Trotsky estaba sentado inmóvil, los otros estaban susurrándose unos a otros y sonrriendo detrás suya -pero pudimos verlo. Ella habló en alemán -bueno, no tengo que hablarte sobre su discurso, está grabado- y entonces ella misma lo tradució, primero al francés, después al ruso - quizás ella no confiaba en el intérprete.

¿Y no le ocurrió nada, aunque apelase por un grupo de oposición en el partido?

Bernhard Reichenbach: No, nada. Trotsky le tendió la mano y ella la aceptó y se sometió a la disciplina del partido -pero todo eso ocurrió entre bastidores. Un día o dos después me pidió que le devolviera el manuscrito. Dije que haría lo que me pedía -estaba bastante seguro en Berlín. Cuando regresé a Berlín en agosto recibí un panfleto: Alexandra Kollontai, La oposición obrera en Rusia. El KAPD, cuando supo de su retractación, había traducido el manuscrito al alemán y lo publicó.

¿Y qué hiciste?

Bernhard Reichebach: Cuando nuestra delegación hizo su informe, el KAPD salió de la Internacional Comunista.

sábado, 13 de septiembre de 2008

El comunismo en Francia (Henri Simon)




El comunismo en Francia: Socialisme ou Barbarie, ICO y Echanges, 1958-1998 (1998)

Henri Simon


La escisión de Socialisme ou Barbarie en 1958 fue sobre la organización. Después del golpe de Estado de De Gaulle en mayo de 1958, hubo un afluencia de miembros en Socialisme ou Barbarie. Eran principalmente estudiantes en lucha contra la guerra de Argelia debido al llamamiento a filas. El número de miembros pasó de repente de menos de 20 a más de 100. Los problemas organizativos que habían sido discutidos anteriormente casi constantemente se convirtieron en un problema práctico y no simplemente una especulación teórica en un pequeño círculo. Este problema fue estrechamente conectado a un análisis político con dos posiciones contradictorias (esta oposición nunca apareció publicada en la revista, pero pudo ser vista en los boletines internos): por un lado una mayoría siguió, por un periodo corto, a Chalieu (Cornelius Castoriadis) que preveía un revuelta de trabajadores contra el "fascismo" de De Gaulle; por otro lado la minoría decía que De Gaulle estaba ahí para solucionar los problemas del capitalismo francés y acabar la guerra de Argelia.

Dos meses después, Chaulieu adoptó esta posición pero, de camino consiguió echar a la minoría del grupo usando el ejército de los nuevos miembros que querían "luchar" para construir una nueva organización de estructuras tradicionales, pensando que, como mínimo sería la base para un nuevo desarrollo del grupo. Podemos ver que el análisis "equivocado" manipulando la "masa" era entonces allanar el camino hacia el partido. Las dos estructuras propuestas no fueron compatibles:

-la mayoría siguiendo a Chaulieu quería crear células que se reunirían de tiempo en tiempo en una asamblea general para definir la política del grupo y para elegir un comité político que tendría la función de poner en práctica la política adoptada.

Los miembros habrían tenido que defender la posición de la mayoría en público y seguirla aunque estuvieran en desacuerdo. Los desacuerdos tendrían que ser contenidos dentro de todo el grupo o en las células.

-La minoría quería promover células autónomas de trabajadores donde todos los problemas sería discutidos, incluso la línea general discutida en las asambleas generales. Todos podrían expresar sus propias ideas en cualquier momento y a través de cualquier medio. Debería decirse que ni la mayoría ni la minoría seguían lo que estaban buscando sobre el papel.

Socialisme ou Barbarie tuvo una vigorosa subida al final de la guerra de Argelia (1962) y entonces empezó un lento declive. Este declive empezó después de la escición de Pouvier Ouvrier, cuando Chaulieu abiertamente abandonó el marxismo, y el grupo desapareció en 1967 después de una declaración política totalmente equivocada sobre la imposibilidad de un movimiento general en Francia.

El ILO[1] fue formado con los miembros que había sido obligados a dejar Socialisme ou Barbarie (principalmente estudiantes e intelectuales). A fin de seguir sus ideas, organizaron encuentros regulares con trabajadores que tenían una práctica militante extra-sindicalista en su centro de trabajo. Inicialmente estos encuentros fueron llamados el "Comité Inter-factorial". Poco a poco estos encuentros se hicieron más importantes que los encuentros del ILO y en 1962 el grupo ILO desapareció y el otro comité fue transformado en el ICO[2]. La estructura del ICO fue una estructura práctica antes que una estructura política o teórica. En cierto modo era lo que ILO soñaba con realizar cuendo se separó de Socialisme ou Barbarie: la mayoría de los participantes de los encuentros regulares militantes de los grupos informales de fábrica. La prensa del ICO informaba de la situación y las luchas de cada fábrica de acuerdo al informe de los encuentros regulares y hubo un tipo de consenso alrededor de la actividad autónoma antes que una declaración política. Los participantes eran de distinto origen, anarquistas, marxistas, militantes no-alineados, pero vinculados con un fuerte sentimiento sobre la lucha de clases. El interés en otras lucha en Francias y en el extranjero desarrollaron con más contactos, y de tiempo a tiempo en discusiones más generales, pero el grupo, aunque en lento crecimiento, se mantuvo pequeño hasta 1968. En 1968 muchas personas, de nuevo principalmente estudiantes, empezaron a conectar con el ICO. El ICO se convirtió en una especie de federación de pequeños grupos diseminados por todo el país. Durante la quincena de la huelga general de mayo, todos estuvieron fuertemente involucrados en la lucha en su lugar de trabajo y todos estuvieron de acuerdo en no actuar como un grupo "organizando a los trabajadores" sino a alentar la autonomía en cualquier lugar que estuvieran.

Después de 1968, el carácter del ICO había cambiado completamente. El grupo se había convertido más una organización política con quizás varios cientos participantes activos. Los trabajadores estuvieron en minoría y votaron con su marcha en cuanto las discusiones se estuvieron moviendo muy lejos de sus luchas. Diversas tendencias estaban luchando para liderar a ICO hacia una orientación específica y después de cuatro años se rompió en diferentes pedazos.

Uno de esos pedazos fue Echanges[3]. Era de nuevo diferente de lo que habíamos visto anteriormente. Echanges fue construido par intentar mantener los vínculos internacionales creados durante el periodo anterior en diversos países europeos (principalmente a través de encuentros internacionales). Esta fue la razón por la que desde el principio Echanges tuvo una edición en inglés y estuvo basado más en Inglaterra que en Francia, y más en individuos en cada país conectados con un círculo informal de colaboradores.

Ahora después de más de veinte años Echanges está más centrado en Francia, con un pequeño grupo reuniéndose regularmente para discutir política en general, luchas y el contenido del boletín. Hace dos años, con la propuesta de un camarada americano empezamos un pequeño boletín de noticias que aparece cada dos meses, con una tirada de más de 3000 copias. Es distribuido gratuitamente y parece el comienzo de una nueva base de relaciones de nuevo por todo el país. La experiencia de los últimos veinte años nos ha enseñado prácticamente lo que algunas discusiones teóricas habían puesto sobre la mesa: no hay ningún lugar para el tipo de organización tradicional que tantos están aún buscando. De momento la "organización" es más un tipo de red en la que todos, o algunos grupos cercanos, definen en cualquier momento su participación en una lucha o en una actividad de publicación y la conexión entre los otros haciendo la misma cosa. No pensamos o no sabemos si será algo permanente y si aparecerá algo más. Pensamos que en esta cuestión importante, tenemos que continuar (sabiendo exactamente que no queremos como trabajadores), pero no preceder, para aprender y decir lo que hemos comprendido y no enseñar.



Notas:

1. Informations et Liaisons Ouvrières.

2. Informations et Correspondances Ouvrières.

3. Échanges et mouvement.


La doble tragedia del Che Guevara ( Raya Dunayevskaya)



La doble tragedia del Che Guevara (1967)

Raya Dunayevskaya


Che Guevara ha entrado en el rango de los mártires inmortales. Lo que hace único su martirio es que prefirió no seguir siendo parte del nuevo poder estatal, aunque había sido uno de los líderes de la exitosa revolución en Cuba. Dejó su cargo como ministro de economía y se embarcó de nuevo en los dificultades de la lucha de guerrillas en otro país, Bolivia.

La muerte del Che en Bolivia a manos de los rangers bolivianos entrenados y dirigidos por los EEUU fue un caso claro de asesinato. Había sido herido y cercado por una fuerza de 180 hombres, armados con rifles automáticos. Estaba vivo. Desde Quebrado del Yuro, donde había sido derrotado, fue trasportado a cinco millas en una camilla hasta la ciudad de La Higuera. Allí la junta militar boliviana fue preguntada que hacer con él. Seguros del apoyo americano, ordenaron su fusilamiento.

Aunque en Bolivia no exite oficialmente pena de muerte, Che fue ejecutado a las dos horas de llegar a La Higuera. Siete agujeros de bala eran claramente visibles, incluyendo uno a través del corazón, administrado después de hacerle prisionero. Sus dedos fueron entonces cortados para identificar sus duellas dactilares, enviadas al ejército boliviano por la junta argentina. Su cuerpo, atadi a un helicóptero, fue entonces llevado a Valle Grande y llevado a un hospital católico donde su cuerpo fue expuesto en exhibición pública.

Tan temeroso estaba el ejército boliviano de incluso el cuerpo muerto de Guevara que, aunque va en contra de toda costumbre en la católica Bolivia, su cuerpo fue no obstante incinerado. Incluso eso no acabó con el macabro ritual. Como si eso fuera a evitar al Che convertirse un faro para todas las luchas latinoamericanas por la libertad contra sus propias oligarquías y el imperialismo de los EEUU, entonces esparcieron sus cenizas al viento[1].

Cuando llegue el momento oportuno

En vano son todos estos desesperados intentos para borrar la memoria del mártir revolucionario. Vana ilusión es la idea que, con su muerte, la rebelión contra el régimen explotador había acabado. Bolivia ha más que doblado su presupuesto militar durante la tiranía de Barrientos[2]. En vista del hecho que Bolivia no está en guerra con nadie -esto es, ningún enemigo fuera, grande o pequeño- está claro que el 17% del presupuesto nacional gastado en "defensa" es gastado en armas para luchar contra sus propias masas. Cuando llegue el momento oportuno, el asesinato a sangre fría del Che será vengado por las masas bolivianas que pondrán final a su regimen oligarca.

Las masas bolivianas había tenido éxito con anterioridad en deshacerse a sí mismas de una junta militar poco antes del final de la guerra mundial. Pero también comprobaron que insuficiente triunfar "en casa" a menos que también rompan el férreo grillete del imperialismo de los EEUU sobra la economía del país. Esto es lo que la lucha del Che ha puesto en relieve.

Para preparse a sí mismos para la lucha monte arriba en dos frentes se hace necesario tambien tener un cabeza despejada, es decir, una teoría revolucionaria, completamente integrada con la auto-actividad de las masas. Es por esta razón que no debemos cegarnos a la doble tragedia de la muerte de Guevara. Valientemente vivió y valientemente murió, pero no hizo en Bolivia lo que había hecho en Cuba: relacionarse él mismo con las masas.

Revolución social y guerra de guerrillas

El aislamiento de Guevara del movimiento de masas surgió de cierto concepto de la guerra de guerrillas como un sustituto de la revolución social. La impaciencia con las masas que no respondieron al llamamiento de los líderes guerrilleros, el desdén por la ciudad, que Castro había llamado "un cementerio para los revolucionarios y los recursos", el desdén por la teoría -todo se suma a aislar a Guevara de las masas bolivianas en el momento que decidió que había llegado el momento oportuno. Su trágica muerte hace imprescindible que estos hechos se generalicen porque no hay otra forma para arrancar de raíz la opresión de una vez por todas.

El mismo Che admitió, al trazar el desarrollo de la revolución cubana, que "los hombres que llegaron a la Habana después de dos años de ardua lucha en las montañas y los valles...no eran los mismos hombres, ideológicamente, que los que llegaron a las playas de Las Coloradas...Su desconfianza hacia el campesino ha sido convertida en afecto y respeto hacia sus virtudes; su total ignorancia de la vida del campo ha sido transformada en un conocimiento de la necesidad de nuestros guajiros: sus flirteos con la estadística y con la teoría han sido completados por el cemento que es la práctica".

Sin embargo, la teoría y práctica de la guerra de guerrillas como si fuera el único camino hacia la revolución llevaron a Guevara a desdeñar otras formas de lucha de clases -desde una simple huelga a la huelga general, desde luchas políticas hasta desarrollo teórico, incluyendo la separación del verdadero marxismo por parte de las perversiones comunistas.

Porque Guevara no pudo separar la una de la otra, se impacientó y buscó atajos a la revolución. Ya él mismo lo hizo, en ciertos periodos críticos, comprendiendo que solo cuando la clase obrera y los campesinos están unidos, "el primer paso hacia la definitiva liberación ha sido dado".

Espontaneidad y teoría

Esto es lo que los guerrilleros olvidan cuando se impacientan y desean sustituir ellos mismos a las masas. En estos momentos, Guevara negó la afirmación de Lenin: "Sin una teoría revolucionaria, no hay movimiento revoluconario"[3]. Incluso sostuvo que "incluso si la teoría no es conocida, la revolución puede tener éxito si la realidad histórica es interpretada correctamente y si las fuerzas envueltas en ella son utilizadas correctamente[4]".

Pero no es una cuestión de "utilizar" a las fuerzas. Un revolucionario que aprecie el renacimiento fundamental de las masas aprende de ellas porque las ve como razón, no solo una fuerza y energía de masa. El error fatal en el concepto de la guerra de guerrillas, tanto si es el concepto de Guevara o el de Mao o el de Giap[5], es que es tomado como si fuera el equivalente a la revolución social.

Es imposible, sin embargo, crear revoluciones desde arriba. Ellas surgen de la espontánea, creativa auto-actividad de las masas. Los teóricos que aprendan estos se preparan para la revolución.

Pero alcanzar una nueva relación de la lucha de guerrillas con la revolución social, de la teoría con la práctica, de la lucha de clases de los trabajadores industriales con los trabajadores agrícolas continúa siendo la tarea pendiente. De este modo sola la muerte del Che Guevara se convertirá en un movimiento hacia una revolución que abola el decadente capitalismo y cree una totalmente nueva, fundación humanista por la vida y el trabajo y el pensamiento - una nueva sociedad.


Notas:

1. Contrario a la información de la época, fue luego sabido que el cuerpo del Che fue enterrado en una tumba secreta.

2. General Rene Ortuno Barrientos se hizó con el control de Bolivia en un golpe de Estado en 1964, y gobernó el país a través de una dictadura opresiva hasta su muerte en 1969.

3. Esta frase es de la obra de Lenin ¿Qué hacer? (1903)

4. Esta afirmación es de la obra del Che Notas para el estudio de la revolución cubana (1961)

5. Vo Nguyen Giap (nacido en 1912), militar vietnamita y líder político que lideró la guerra de guerrillas contra los franceses y después contra los EEUU

viernes, 12 de septiembre de 2008

Punto de partida

Se da inicio a este humilde blog. Este espacio no pretender ser -al menos al principio- más que un lugar en el que se presenten recursos y análisis para la necesaria crítica, ya sea del pasado o del presente, de estos tiempos miserables. Aun así, no deben verse los diferentes materiales publicados como un todo coherente, si no como pequeñas aportaciones en un sentido o en otro, en ocasiones contradictorios.

Espero que os sea de interés, y si no, que halláis disfrutado de vuestra corta visita.